Salamanca, Guanajuato.- Marcos Hernández Sánchez tiene en sus manos el don de restaurar figuras del Niño Dios. Este artesano, originario de Ecatepec, Estado de México, tiene 12 años viniendo a Salamanca cada diciembre, por la Navidad, porque su trabajo es valorado y reconocido por los salmantinos.

Hace 20 años, Marcos aprendió a restaurar las figuras en el taller de su suegro, con el paso del tiempo fue perfeccionando su técnica hasta convertirla en un arte y en una conexión religiosa con el Niño Dios.

“A mí me encanta mi trabajo, la gente lo agradece y hasta lo bendice. Nos traen figuras que tienen un gran valor sentimental, algunas están rotas y muy maltratadas, a veces están totalmente destrozadas y hasta incompletas, les restauramos manos, dedos, brazos, piernas, el cuerpo, los ojos, el rostro, la cabeza, y cuando se empieza aplicar la pintura se ve cómo el Niño Dios empieza a revivir”, refirió el artesano.

Marcos Hernández viendo parte de su obra en Salamanca. Foto: Alejandro Vizcaíno. 

Como cada año, Marcos llegó a mediados de diciembre y se instaló en el área adjunta al tianguis donde se comercializan productos navideños y figuras para el nacimiento; ahí trabaja largas jornadas apoyado por sus ayudantes Eduardo y Oswaldo. En las dos semanas previas a la Navidad restauran más de 200 piezas religiosas.

Pasta artesanal similar al yeso, pelo de venado, pintura y pequeñas cuchillas, es lo que utiliza Marcos para restaurar las figuras. Paciencia y manos llenas de magia complementan su trabajo. 

Para Marcos no hay cena navideña, el trabajo no se lo permite, el 24 de diciembre termina de entregar figuras restauradas cerca de la medianoche. El 25 de diciembre levanta su puesto y regresa a su tierra natal, donde lo esperan cientos de figuras del Niño Dios para ser restauradas, las cuales serán presentadas al templo el 2 de febrero día de la Candelaria.

El Niño Belén

En los 19 años que lleva restaurando figuras del Niño Dios Marcos ha conocido mucha gente y ha cosechado un sinnúmero de amistades. Atesora anécdotas y ha escuchado historias cargadas de religiosidad de las figuras que llegan a sus manos para que las restaure.

Marcos ha reparado miles de figuras del Niño Dios, pero una figura de las conocidas como el Niño Belén, lo hizo vivir un episodio inexplicable que ha quedado grabado en su memoria.

En el taller de su suegro Marcos aprendió a restaurar las figuras. Foto: Alejandro Vizcaíno.

“Un cliente llegó con una figura y cuando la vi, le dije ‘es un Niño Belén’, y el cliente me dijo ‘no, es un niño de verdad,’ entonces yo le expliqué que en México los conocíamos como Niños Belén y él me contestó: ‘ya se enojó mi niño’, pero yo pensé que me estaba bromeando, y de repente la figura sin que nadie la tocara se rompió y se le cayó un pie”.

“Yo apenado le dije ‘déjeme restaurarlo’, y él cliente me dijo ‘pues si quieres, pero no se va a dejar porque está muy enojado’. Le coloqué el pie y lo pinté con el tono de piel que tenía la figura, lo dejé listo y de repente el pie se le puso morado; lo pinté varias veces y apenas secaba la pintura, el pie se volvía a poner morado; entonces el cliente le empezó hablar con mucho cariño, le dijo que lo había traído para que lo restauraran y se viera bien, le habló como si fuera un niño de verdad y en ese momento el color morado desapareció ”.

CA

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