Reflexionar, sacar propósitos y hacer un cambio en la vida de las parejas y demás asistentes fue el objetivo de la charla “Sanando el corazón para amar más” que impartió el padre Ángel Espinosa de los Monteros LC en el Instituto Cumbres.
Durante casi dos horas y con su característico estilo, el presbítero, quien ha impartido más de cuatro mil conferencias sobre matrimonio, valores familiares y espiritualidad en diferentes partes del país y el extranjero, habló a los presentes de las enfermedades que afectan el alma y dañan los matrimonios.
También habló de la importancia de la fe, la familia, la oración, la intimidad, la fortaleza y de sanar el corazón para fortalecer la unión familiar.
Destacó que después de un periodo complicado como fue la pandemia por Covid, y dejando de lado a quienes murieron y a los que quedaron afectados, para muchos, la pandemia fue una bendición y para otros una maldición.
“Fue una maldición para quienes se la pasaron peleando todo el día y para quienes se divorciaron porque no supieron convivir en familia y una bendición para quienes al contrario descubrieron la belleza de vivir y estar juntos en familia”.
Señaló que el motivo de realizar la charla surgió hace muchos años cuando llegaron a su vida frases que a él personalmente le ayudaron mucho como: “tu única debilidad eres tú”, “el hombre es más duro que la piedra, más duro que el hierro y más frágil que una flor” y ”el amor no basta, el amor nunca es suficiente”.
Agregó que en esta vida todos estamos enfermos del cuerpo y del alma, y que las verdaderas enfermedades son las del alma.
“Nadie se divorcia por una enfermedad física pero sí por las del alma como la ira, la avaricia, la soberbia, el egoísmo, la lujuria, la pereza y la irresponsabilidad.
Yo los invito a que hoy salgan de aquí se vayan con pavor y horror por las enfermedades del alma, de esto se trata esta charla de que sanen ya que hay mucho enfermo sano y mucho sano dramáticamente enfermo”.
Durante su interesante ponencia habló de enfermos como los ciegos, sordos, mudos, mancos, los de déficit de atención, la esclerosis múltiple y el alzheimer e hizo comparativos entre la enfermedad real y en cómo se manifiestan en un matrimonio aún cuando los cónyuges no las padecen.
“Los verdaderos ciegos no son los que no ven, son quienes pudiendo ver no quieren ver el mal que hacen con sus actitudes o los papás que no ven como están echando a perder a sus hijos”.
De los sordos, dijo, son los que no quieren escuchar y los que sienten que siempre tienen la razón y dañan ya que quien no se siente escuchado tampoco se siente amado.
“Hay dos clases de mudos entre ellos los matrimonios que ya no se comunican, los invita a volver a decirle a sus parejas, te quiero, te amo y a demostrar que los necesitan pero con acciones y demostraciones”.
Mientras que a los mancos, no físicamente, sino a quienes teniendo sus brazos no saben servir ni ser cariñosos, a demostrar cuánto quieren a su esposo o esposa y demostrarle con el servicio cuánto los aman.
“Servir es desvivirse, el estado de mucha ilusión en el amor se llama desvivirse, dejar tu vida aparte para hacer feliz a tu familia, porque el placer de la vida es ver contento o contenta a su esposo o a su mujer y si inculcan eso mismo en la familia será mucho mejor”.
La quinta enfermedad que presentó fue el déficit de atención que consiste en dejar de lado al esposo o esposa.
“Los esposos deben ponerse en primer lugar, no enfocarse solo en los hijos porque ellos se van a ir, tampoco deben de anteponer a los papás porque si cambian el orden terminarán solos”.
De la esclerosis múltiple comentó que es la dureza de corazón, de la mirada, la palabras y tonos, pidió abrir los ojos y oídos para escuchar como pareja.
La última enfermedad de la que habló fue del alzhéimer, de la mala memoria, desde cosas pequeñas hasta que están casados, que tienen compromisos y promesas que se hicieron cuando se casaron.
“Conclusión, hoy vinimos a hablar de sanación, a Dios le interesa más el alma y después el cuerpo, los invito a que todas las mañana empiecen su oración pidiendo fe, esperanza, amor y fortaleza, después lo demás y a no pedir milagros baratos”, comentó el padre Ángel Espinosa de los Monteros LC.