Una serpiente que compró cuando tenía 15 años y su gusto por los reptiles motivaron a Marcos Alejandro Faiolá Castillo a convertirse en médico veterinario, profesión que desempeña desde el 2009.
“Esa serpiente fue la que me motivó a ser veterinario y nunca la bauticé o puse nombre, recuerdo que se murió después de algunos años por obesidad, ahora lo sé, le di demasiado de comer y no debí hacerlo, pero era parte del aprendizaje. Todo empezó cuando compré esa serpiente, iba a entrar a la preparatoria y conocí una escuela agropecuaria, una prepa enfocada en animales de granja, pero yo quería estudiar veterinaria porque me atraía mucho el conocimiento de cómo tratar y manejar a las serpientes”, platicó.
Marcos recordó que de niño tuvo como mascotas peces, roedores y un perrito; sin embargo, con el tiempo empezó a interesarse también en otras especies como los reptiles, por lo que después de egresar como médico veterinario de la Universidad de La Salle Bajío se especializó como herpetólogo para atender a estos animales.
Hace criadero para conservación y venta legal de reptiles
“Pimvs Kukulcán” es el nombre del criadero de reptiles que el veterinario Marcos tiene en su clínica ubicada en Villas de Echeveste y para el cual cuenta con la autorización de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
“Hay mucho comercio ilegal por qué no hacerlo legal si es tan fácil. Yo reproduzco animales para venta legal, esto quiere decir que estos animales fueron criados en cautiverio y que no fueron capturados de su hábitat. Se están reproduciendo bajo condiciones controladas para un bienestar y que ya no haya esa demanda y los tengan que extraer de la vida silvestre. Tenemos autorización para reproducir ciertos tipos de serpientes, camaleones de velo y lagartos varanos”, comentó.
Recordó que esta inquietud surgió porque le ha tocado atender a muchos pacientes que son ilegales, sin embargo, reconoció que no es su obligación decomisados, sino que su deber es atenderlos.
“Hay pacientes que nos han robado el corazón”
Ver nacer, crecer y morir a algunos de sus pacientes llegan a ser de los momentos más significativos para los veterinarios, consideró Marcos, quien recordó el caso de Estopa, un french poodle de ocho años que falleció por un problema hepático.
“Hay pacientes que nos han robado el corazón como Estopa que fue adoptado, recuerdo que cuando llegaba a la clínica hacía lo que quería, se paseaba como si fuera su casa, pero era muy bien portado. Lamentablemente falleció, no lo pudimos estabilizar y fue algo que trascendió porque el señor, su dueño venía y estaba con él, me pedía tiempo y duraba horas abrazándolo y hablándole y eran esos momentos de humanidad que te marcan y así ha habido muchos casos”, expresó.
Para Marcos ser el doctor de los animales y saber que puede salvar una vida o recibir la vida en las cesáreas es algo que le ha permitido ser una mejor persona, por lo que expresó que ser veterinario es una profesión muy linda, noble y sufrida.
“Ser veterinaria es mi vida”
Para Luz Elena Moreno Gutiérrez de 23 años, ser veterinaria es un reto que implica tener mucha perseverancia, estudio constante y una profesión que le ha enseñado a sufrir con los demás.
“Porque a veces nos toca acompañar a propietarios con nuestros pacientes en situaciones como las eutanasias, es una parte difícil también para nosotros los veterinarios. También significa tener mucha perseverancia, estudiar mucho y estar actualizada para darle la mejor atención a mis pacientes. Ha sido y es toda mi vida”, expresó.
La joven veterinaria describió como fascinación su gusto por los animales y compartió que todo empezó desde que era muy pequeña, cuando veía programas y empezó a sentir la necesidad de ayudarlos.
“Siempre he tenido una conexión con los animales por quererlos ayudar. Estudié en la Universidad de La Salle Bajío y desde los 14 años empecé a tener un acercamiento con la medicina veterinaria. Inicié servicio social en una clínica de pequeñas especies, ahí me enseñaron a canalizar, a tener contacto con pacientes en las consultas y cirugías y después estuve en otras clínicas y aquí tengo tres años”, contó.
Luz Elena compartió que el caso de una perra pastor belga que tuvo a su cargo en otra clínica le permitió sentir por primera vez la satisfacción y el amor de ver cómo un paciente se recuperaba hasta poder regresar a casa.
“Ella llegó porque tuvo una pelea con otros perros en su casa, tenía el fémur expuesto, no tenía musculatura ni piel, no se podían hacer suturas y estaba sangrando demasiado, además en la parte del tórax también llegó desgarrada y tenía fracturas en las costillas. Estuvo hospitalizada como tres meses, esa perrita ha sido especial porque tuve más acercamiento con ella y fue la primera perrita a la que canalicé. Fue tener mucha constancia a diario para hacerle sus curaciones y ayudarle otra vez a caminar”, recordó.
Luz Elena es la única veterinaria en su familia, algunos de sus familiares también son médicos, pero se dedican a la medicina humana.
Finalmente, confesó que le gustan los animales exóticos por la forma en la que contribuyen al medio ambiente e invitó a las personas que les tienen miedo no hacerles daño.
EL DATO
Desde hace 168 años, cada 17 de agosto se celebra en México el Día del Médico Veterinario Zootecnista por ser la fecha en la que se fundó la primera escuela de veterinaria en el país en 1853.