Paula Quintana tiene el trabajo con el que muchos soñarían: es la veterinaria encargada de los 6 pingüinos que llegaron a vivir este año al Acuario de León, que recientemente cambió su nombre a Sealand.
Lalo, Andy, Cami, Leo, Sam y Alex son pingüinos Barbijo, especie originaria de las islas circumpolares de la Antártida, donde las temperaturas llegan a -20 °C en invierno y apenas a 1 °C en verano.
Sin embargo, la pandilla de pingüinos que ahora vive en León ha recorrido un camino mucho más largo, pues vienen de la cuarta generación de un grupo de Barbijos criados en Japón, es decir, que no provienen de la vida libre.
Antes de llegar a nuestra ciudad, las 3 hembras y los 3 machos vivieron en el Acuario Inbursa en la Ciudad de México, mismo que donó las especies al Bajío.
Cuidados especiales
Al ser una especie que vive en condiciones muy particulares, todo tuvo que prepararse minuciosamente para su llegada; desde el espacio hasta el personal que los atendería,
“Esta especie pasa el 80% de su vida nadando y el otro 20% en la tierra y podría decirse que están diseñados para eso, pues sus colores tan característicos, blanco y negro, los ayudan a camuflajearse tanto en el hielo como en el mar”, explicó la veterinaria Paula Quintana.
En su nuevo hogar se buscó recrear estos espacios de la mejor manera posible, es así que los 6 pingüinos disponen de un espacio de 10 x 5 m2 con áreas húmedas y secas para que se desarrollen de forma natural para ellos.
Todo el espacio del que disponen está acondicionado con ventiladores que mantienen el ambiente en tierra en 3 °C mientras que el agua donde nadan se encuentra a 6 °C.
En caso de algún percance o enfermedad en estos animales, también se acondicionó un área clínica de cuarentena con todo un equipo sanitizado, espacios húmedos y secos y la temperatura adecuada.
Sobre su dieta, estas aves comen krill y capelina, especies de peces enriquecidos con todos los nutrientes que necesitan.
La familia crece
Que el grupo de pingüinos esté conformado por 3 hembras y 3 machos no es casualidad, pues se tiene la esperanza de que puedan reproducirse y agrandar la familia.
“Su temporada reproductiva inicia en septiembre y para ello acondicionamos el espacio con rocas, pues como parte de su ritual, ellos anidan en los cuencos de las rocas. Es importante que puedan mostrar su temperamento natural en la temporada reproductiva”, explicó la veterinaria Quintana.
Es por ello, que el contacto con los pingüinos en el acuario estará limitado los próximos meses, pues se espera que pongan huevos y estos se logren.
Una especie inteligente
Según la veterinaria encargada de su cuidado, estos pingüinos son una especie habituada a la interacción, pues es algo que enriquece su desarrollo.
“El pingüino no se estresa. Aunque actualmente están aprendiendo actividades mediante el condicionamiento operante con refuerzo positivo, todo lo hacen de manera voluntaria, no se les obliga a nada. Gracias a ello, cada pingüino realiza una actividad diferente, la que más se le facilite, porque no todos los animales son iguales”, mencionó Paula Quintana.
Este entrenamiento ha logrado que algunos de los pingüinos se dejen tocar, otros se quedan quietos para las fotos y algunos más hacen una caminata con el ala dispuesta a chocar la mano de los invitados.
“Aunque parezcan igualitos, he notado que cada uno de ellos tiene un temperamento y comportamiento diferente. Entonces hay que aprender mucho de ellos, hay que valorar que tenemos a estas especies aquí”, culminó la veterinaria, quien también recordó que contar con este tipo de habitantes en el acuario nos permite conocer aprender sobre la fauna de otros países.
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