Ahlin Morven es ahora una reconocida marca de diseño, pero en realidad es el nombre de la creativa emprendedora que está detrás de la empresa.
Ahlin vio crecer ante sus ojos un emprendimiento que comenzó como un proyecto escolar, al mismo tiempo que colaboró con Texas el Águila de Grupo Trinitate y otras empresas, de las cuales aprovechó todas las herramientas para seguir creciendo.
La guanajuatense que adoptó a León como su hogar desde hace algunos años, apuesta hoy por llevar la artesanía mexicana a los más exclusivos espacios a través del diseño de productos, generando spots íntimos y cálidos con cada una de sus creaciones.
¿De dónde nace tu amor por el diseño de producto?
Mi mamá es arquitecta, así que siempre estuve muy expuesta al tema creativo. La rama por la que yo realmente me quería ir era el diseño industrial pero al final mi carrera combinaba mejor ambas pasiones.
El diseño industrial te enseña a producir en serie y el diseño de producto tiene una producción seriada, es decir, que el producto se realiza de uno por uno y se pone atención especial a los detalles. En ese enfoque me enamoró el tema artesanal.
¿Cómo fue que un proyecto escolar se convirtió en una importante empresa de diseño?
La verdad fue una promesa que yo le hice a mi mamá, la de salir de la universidad con el proyecto sólido de un negocio y lo cumplí.
Durante el proyecto me fui a vivir durante seis meses a Santa Clara del Cobre, la idea era tener contacto muy directo con los artesanos, no únicamente buscar a alguien que te produjera, sino tú adentrarte en la técnica, conocer a la familia, entender cómo funcionaba el taller, en dónde compraban sus materiales, a qué hora se levantaban, qué comían; todo el aspecto alrededor de esa artesanía que se estaba produciendo.
Entonces duro seis meses viviendo en Pátzcuaro y trabajando en Santa Clara del Cobre y ahí es donde se lanzan los primeros diseños de las lámparas.
¿Fue difícil emprender siendo tan joven?
Mis papás siempre tuvieron empresas propias, entonces para mí no fue un mundo desconocido. Ya sabía manejar temas como horarios de empleados, nóminas, inventarios, etc.
Como aún me encontraba en la universidad, todavía tenía el apoyo económico de mi mamá, lo que facilitó mucho las cosas. Los años siguientes tenía una entrada directa de los otros trabajos, lo que me ayudó mucho a seguir desarrollando la empresa hasta que se volvió sostenible.
¿Cómo se ha ido desarrollando tu marca en el tema artesanal?
Después de las lámparas comenzó a haber buena respuesta por parte de interioristas y arquitectos, por eso decido constituir la marca y comenzar una dinámica similar como la que hice con el cobre martillado.
Me acerqué a los artesanos, conocí sus talleres y a sus familias. Actualmente manejamos cinco principales técnicas artesanales que son cobre martillado, piedra basáltica que es con la que se hacen los molcajetes, madera de Parota, vidrio soplado y algunas técnicas de telar.
¿Traes esas producciones a León?
No, respetamos los lugares de origen. En temas de producción, en este momento nos encontramos en Michoacán, Jalisco, Querétaro, Oaxaca y en Guanajuato con el vidrio soplado.
¿A qué países han llegado tus creaciones?
Exportamos a Perú, Estados Unidos y estamos abriendo negociaciones para algunos países en Europa.
¿Cuál es tu proceso creativo para diseñar tus productos?
Acercarte a la técnica artesanal, conocerla, te permite entender qué formas puedes crear. Es un poco una fusión entre técnicas milenarias y un diseño más contemporáneo,que se acerca mucho también a tendencias internacionales.
Me gusta pensar en texturas, formas, colores y acabados que no necesariamente sean para espacios mexicanos, sino más minimalistas y sobrios, pero donde las técnicas artesanales estén presentes.
¿Cómo logras combinar la funcionalidad con la elegancia de las creaciones?
Desde que estuve en Santa Clara del Cobre vi que había una carencia en el tema de iluminación y desde ahí decidí abordar ese tema y que la empresa se quedara ahí porque fue súper difícil poner la electricidad, cumplir con estándares de calidad, etc.
Ahorita estoy incursionando con otro tipo de productos, pero el principal sigue siendo las lámparas.
A tu marca la representan varias leyendas como “amor por los espacios armónicos”, “acento de diseño” y “un pedacito de raíces mexicanas, ¿cómo plasmas eso?
Busco que cada lugar se sienta como un espacio para tu alma a través del interiorismo. Aunque sea un lugar contemporáneo, industrializado, quiero que cada objeto se sienta como un apapacho, como lo acogedora que es la cultura mexicana.
Mis proyectos de iluminación no proporcionan una luz “funcional”, es decir, blanca, invasiva, sino una luz cálida donde quieres tomarte una copa de vino o platicar con un ser cercano.
Aquí va plasmado mucho de tu estilo, ¿cómo definirías tu estilo personal dentro de la marca?
Las lámparas son como soy yo, un tanto geométrica como en esa parte estructurada del tema y a la vez creativa, entonces el producto refleja el equilibrio entre esas dos partes. La parte divertida un poco churrigueresca, buena gente con colores pero también una parte que tiene que ser un poco más geométrica, más cuadrada y estabilizada.
¿Cuál es tu técnica artesanal favorita?
Siempre a la que más amor le voy a tener es al cobre martillado porque fue ver nacer la marca desde ahí, es en donde me metí. Todavía llego a la casa con los artesanos y tienen preparado el pulquecito que ellos hacen en la casa, conozco a la mamá y me recibe con un abrazo. Para mí es un tema de conexión emocional muy importante con el cobre.
¿Cuál sería tu espacio ideal para iluminar?
Sucede lo mismo que con el cobre martillado; siempre mi lugar favorito y en donde se hacen las pruebas y en donde quiero meter todo es la casa de mi mamá, porque es el lugar que me vio nacer. No hay un diseño que salga si no lo consulto con mi mamá y si las muestras no es mi mamá la primera en verlas.