Más de 130 mil migrantes de distintas nacionalidades de centro y sur América, así como algunos intercontinentales, han sido beneficiados con ayuda humanitaria durante los ocho años de servicio del Albergue para Migrantes ABBA.
Este lugar de asistencia ubicado en Celaya, que inició otorgando alimento y descanso a los migrantes durante su paso por el Bajío, ahora está especializado en brindar ayuda integral a aquellos migrantes que adquieren una discapacidad debido a amputaciones ocasionadas por el tren.
Ignacio Martínez, director de ABBA, destaca que son el único albergue que da este servicio en todo el país, por lo que le son referidos aquí los migrantes con discapacidad de cualquier punto de la República Mexicana.
Nacho, como le llaman con cariño, recuerda los inicios del lugar y en el recuento del apoyo brindado a los hermanos migrantes se dice gratamente sorprendido de haber dado acompañamiento a más de 130 mil personas.
Empezamos a brindar ayuda humanitaria que era ducharse, comer y descansar y nos fuimos profesionalizando en nuestro modelo de atención y ahora brindamos apoyo psicológico, jurídico y legal”, explica.
“Ver nuestra base de datos es algo que nos asombra, vemos que hemos recibido 130 mil personas, entre éstas, a cinco caravanas; son de diferentes nacionalidades, hasta intercontinentales, recientemente recibimos a tres marroquíes”, añade.
Nacho destaca que el fenómeno de la migración es algo completamente natural y ahora más constante, por ello ha sido necesario el apoyo de redes para poder dar un mejor servicio y de calidad.
Entre estas redes de apoyo se encuentran organizaciones como Cruz Roja Internacional y ACNUR que es la organización de las Naciones Unidas para los refugiados, quienes vieron el trabajo que realiza ABBA y se integraron en apoyo a su labor.
“Por eso podemos brindar un mejor servicio, de calidad y con una red más grande de apoyos para nuestros hermanos”, reafirma.
El migrante es invisible, dice Ignacio Martínez, y el migrante con discapacidad lo es aún más, sostiene quien durante ocho años ha lidereado a un grupo de colaboradores que han sido parte de la travesía de miles de personas que dejan su hogar en busca de mejores oportunidades para su familia, y que en el trayecto se topan con un sinfín de circunstancias desfavorables.
Por suerte ABBA resulta un respiro, para quienes van de paso, y un sostén para quienes por alguna discapacidad no pueden continuar el camino.
“Si dentro de México la discapacidad es un tema no muy abordado, imaginémonos ahora con el migrante, es completamente nulo.
Ser el único albergue de la República Mexicana que atiende los procesos de discapacidad para los migrantes, nos exige profesionalizarnos en estos temas, nos exige el que podamos brindar mejor nuestros servicios, no se diga en el ámbito psicológico y en el legal; entonces es una exigencia, pero también es algo muy bueno porque nos ayuda a superarnos”, destaca.
Reconstrucción integral
Desde que el migrante cae del tren y pierde una extremidad de su cuerpo, son referidos al albergue ABBA, donde no solamente se busca la manera de reconstruirlos de una manera física, sino también de una manera psicológica y espiritual, para que pueda continuar con su vida y su trayecto.
“Hay que reconstruirlos desde adentro porque se les acaba el mundo, ellos salen de sus países con una esperanza, pero nunca pensaron que les iba a explotar una realidad que no tenían prevista.
“Entonces hay que volverlos a reconstruir desde adentro, pero también para que tengan su prótesis, ya sea con sus sueños o con una mejor calidad de vida de lo que podrían tener ahora”, comparte el director de ABBA.
Esta especialización en migrantes con discapacidad la vienen realizando desde hace aproximadamente tres años, lapso en el que han atendido a un aproximado de 40 a 45 personas.
La discapacidad que tiene mayor presencia en los migrantes que llegan a este lugar es por la pérdida de una o ambas piernas, lo cual es bastante complicado de enfrentar, pero también lo es la discapacidad emocional que conlleva.
“Nos llegan ahora personas con una discapacidad emocional, entonces esto es más complejo, pero es parte de algo que debemos de tocar y no debemos dejarlo pasar”, advierte.
La reconstrucción que estas personas reciben en el albergue para su rehabilitación y que en su caso, obtengan su prótesis, puede ir de los 4 meses a los 2 años.
Como el caso de la hondureña Mary, “su caso es de amputación bilateral, fueron las dos piernas, y va para los dos años; pero me asombra Mary porque se arriesgó a tener un bebé, ya con su discapacidad, y estamos buscando la manera de que pueda tener una integración familiar (a la sociedad), junto con su pareja y con sus hijos”, comparte Ignacio.
Mary ya no seguirá su camino rumbo a Estados Unidos, planea establecerse aquí e integrarse junto con familia de una manera legal, para rehacer su vida tras el accidente. Y ABBA le brindará también apoyo en el proceso jurídico-legal, otra de las áreas en que enfoca su servicio para los migrantes.
Solo quiero agradecer por estos ocho años que han sido de luchas y de retos, pero nos sentimos con una satisfacción muy buena, porque hemos visto estos testimonios de superación y de éxito y eso nos regocija y nos da la fuerza”, concluye Ignacio Martínez.
MGL