Con un motivo muy especial Roberto Beltrán Zavala estuvo de visita en Guanajuato, ya que el Ayuntamiento de Guanajuato le otorgó la presea Huésped Distinguido como un reconocimiento por sus aportaciones a la vida musical del estado y su posicionamiento internacional.
En entrevista, Beltrán compartió su sentir, así como un poco sobre su historia personal y experiencia profesional.
¿Cuál fue tu primer acercamiento a la música?
Mi primer contacto con la música fue a través de mis padres; en mi casa se escuchaba música todo el tiempo (sobre todo clásica) y desde muy chiquito me acercaron también a los instrumentos.
Recuerdo muy muy bien a mi papá tocando Bach en el piano, y mi madre nos despertaba todos los domingos, invariablemente, con el Réquiem de Mozart a todo volumen. Bajaba a la cocina y en lo que preparaba el desayuno, órale, el Réquiem durísimo.
Fue una manera muy orgánica de acercarme desde muy pequeño a mucho repertorio y a muchos compositores distintos.
Más adelante, en la adolescencia, me interesé por el jazz y comencé a estudiar contrabajo. Hubo una época en la que tocaba jazz todos los jueves en un bar de Coyoacán que se llama “El hijo de cuervo”. Después, a los 19 años entré a estudiar composición en la Escuela Superior de Música con Mario Lavista y con Jorge Torres.
¿Cómo fue que te inclinaste hacia la dirección orquestal?
Es una historia curiosa porque, ya estudiando composición, recuerdo que un día me “envalentoné” y organicé a todos mis compañeros para hacer una pieza para un ensamble grande, es decir, una orquesta de cámara.
Después yo me encargué de conseguir a los músicos. Ya que los junté, en el primer ensayo, estando todos ahí sentados, les dije “pues toquen”. Ellos me respondieron: “¿Pero quién dirige?”. Yo no había entendido que alguien tenía que hacerlo, era muy ingenuo.
Así que como Dios me dio a entender, me puse a dirigirlos. Hicimos un concierto en la sala Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes que fue un éxito rotundo. Recibimos el apoyo de compositores muy importantes en México, y en general el ensamble se profesionalizó mucho.
En algún momento me di cuenta de que necesitaba estudiar dirección, porque había cosas que me costaban mucho trabajo. Entonces surgió una convocatoria para ser director asistente de la Orquesta Filarmónica de la CDMX, y simultáneamente ser el pupilo de Jorge Mester que era entonces el titular. Y la gané. Allí comencé a tener un entrenamiento formal en dirección.
¿En qué momento partió a Holanda de manera permanente?
En determinado momento me di cuenta de que la preparación que tenía como director no era suficiente, dirigir una orquesta es una profesión muy difícil que requiere de un entrenamiento muy fuerte.
Así que me fui a Europa. Con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) hice varias audiciones y así llegué al conservatorio de Rotterdam en Holanda para estudiar dirección de orquesta.
Desde que entré al conservatorio empecé a tener trabajo profesional. Se puede decir que mi ingreso a la vida profesional fue suerte. Desde entonces vivo en Rotterdam, cuando terminé de estudiar ya tenía muchas actividades; me casé, compré una casa y tuve dos hijos. Ahora mi carrera consta de viajar muchísimo.
¿Cuáles son sus compromisos profesionales este 2024?
Puedo comenzar por contar que desde 2018 soy director del Festival Palermo Classica en Italia. En este evento que se lleva a cabo cada verano realizamos alrededor de 250 conciertos entre orquestales y de música de cámara, y yo me encargo en gran parte de la gestión, además de la dirección.
Estoy muy emocionado porque este año voy a lanzar una grabación de ‘la Canción de la Tierra’ de Gustav Mahler, con la Orquesta de Cámara Rotterdam Ensamble.
También, voy a trabajar con la Real Orquesta de Cámara de Valonia, y así. Durante algunas semanas voy a estar fuera de circulación porque tengo una lesión crónica en el hombro y me van a realizar una cirugía. Pero después de eso voy a dirigir a la Orquesta Nacional de Costa Rica: el concierto será el 14 de junio, que es mi cumpleaños.
Adicionalmente, tengo un par de compromisos con la Sinfónica Nacional, la OFUNAM y la Filarmónica de Boca del Río.
En esta ocasión, ¿Cuál es el motivo de su visita a León?
Bueno, me siento muy honrado de compartir que el Ayuntamiento del municipio de Guanajuato me contactó para comunicarme que me fue otorgada la distinción de Huésped Distinguido durante la Sesión Solemne del pasado viernes 22 de marzo, por mis servicios a la vida musical de la ciudad y el posicionamiento internacional. Sin embargo, pienso que el privilegiado de haber podido trabajar en esa bellísima ciudad por tantos años soy yo.
Así que estoy aquí con motivo de ese evento y, por supuesto, de aprovechar la vuelta a México para trabajar con la Orquesta Jóvenes Líderes aquí en el Instituto Oviedo, una de las instancias educativas con mayor impulso musical para los chicos de la ciudad.
Para finalizar, ¿Qué le gustaría expresar para los lectores leoneses?
León y su gente siempre me han inspirado mucho. Me parecen una sociedad con una energía única, muy trabajadora, muy pujante; y tienen un fenómeno que no he visto en ninguna otra ciudad: tienen muchísimas orquestas infantiles comunitarias.
Me resulta fascinante y conmovedor, y me gustaría decirles a los lectores que yo percibo eso, que el valor que los leoneses le dan a la música es muy alto, lo cual le cambia la vida a miles de jóvenes porque les dan un espacio donde aprenden sobre la vida, no solo sobre la música.
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