Cuando Bianca Padilla intercambia sonrisas con su pequeña Ainhoa, el amor y la complicidad entre madre e hija vuelan en el aire.
Pero para que este lazo tan especial existiera, Bianca pasó por un difícil proceso para poder ser mamá.
Tras dos lamentables pérdidas y un paso por Terapia Intensiva a causa de Covid-19 a los 7 meses de embarazo, Bianca y su esposo, Luis Domínguez, vieron materializada la hermosa familia con la que soñaron.
Para celebrar el día de las madres la leonesa comparte su historia, enviando un mensaje de amor y esperanza para todas las mujeres que buscan tener un bebé.
Tu camino a la maternidad no fue sencillo, ¿qué aprendiste en ese proceso?
Que soy más fuerte de lo que pensaba y que tenía mucho por qué vivir. El momento en el que estuve en terapia intensiva fue el más difícil, pero sentía cómo mi hija daba pataditas para decirme “mamá, échale ganas, yo estoy aquí”.
Yo le pedía a Dios que me diera la oportunidad de sobrevivir y en cuanto me hicieron un ultrasonido y escuché su corazón sentí que volví a vivir. Una sabe qué tan fuerte es hasta que llegan los hijos y quieres vivir por ellos.
¿Cómo ha cambiado tu vida desde que Ainhoa llegó?
Desde que te enteras que vas a ser mamá ya te cambia la vida. A mí me cambió para bien, es lo mejor que me ha pasado en la vida. He aprendido mucho.
La maternidad es algo tan hermoso y tan caótico de una manera positiva, que te mueve todo. Te das cuenta que ya no eres sólo tú, sino que una persona depende de ti y aprende de ti. Pero más que eso, yo he aprendido mucho de ella. Con ella siento que mi vida es perfecta aunque exista el caos.
¿Cómo elegiste el nombre de Ainhoa?
Lo elegí junto con mi esposo. En un viaje que hicimos a Europa pasamos por un pueblo francés que se llama Ainhoa y se nos hizo bonito. Significa “La elegida por Dios” o “Tierra fértil”.
Después de decidir que se llamaría así, me desperté a la 6 de la mañana y le pregunté a mi hija si se quería llamar así y ella me lo hizo saber.
¿Cuál es la mejor parte de ser mamá?
Estar con ella, despertar y verla sonreír. Sentir ese amor tan incondicional con que me recibe, como si no me hubiera visto en mucho tiempo. Estar con ella es un milagro.
¿Cuál es la actividad preferida que hacen juntas?
Nos encanta bailar. Ella tiene su rutina y hacemos muchas actividades juntas, pero bailar es su favorita. Es el momento del día en el que sacamos toda la energía, nos movemos, bailamos, gritamos y la pasamos genial.
Algo que aprendiste de tu mamá y que le quieras transmitir a Ainhoa…
Son muchas cosas, pero sobre todo el valorarse como persona y como mujer, que no busque la aceptación de nadie, que vaya siendo en la vida lo que a ella más le gusta y que sea fiel a su corazón.
Que busque, que intente, pero que sea también responsable de lo que haga, eso lo aprendí de mi mamá.
¿Cómo imagina a tu hija en un futuro?
La veo siendo una líder porque aunque esté tan pequeña, ya es muy determinada. También es una niña muy selectiva pero con mucha empatía, por lo que la imagino siendo una líder en lo que le guste, pero que se preocupe por los demás. Haga lo que haga le va a ir muy bien.
¿Qué consejo le das a quienes son mamás de niños pequeños?
Tengan paciencia y recuerden que todos en algún momento fuimos niños, que pasamos por etapas de curiosidad y que es normal que haya tiradero, un poco de caos en la vida es parte del aprendizaje.
Aún poniendo límites, no le pidan a los niños que entiendan nuestro pensamiento de adultos, sino tratemos de entender lo que ellos viven como niños.
Y un consejo para quienes han tenido dificultades para ser mamás…
Cuando les digan que no, busquen a su manera el sí, independientemente del resultado que les dé el doctor. Lo digo desde el corazón y con mucho amor.
Que fluya, que lo pongan en manos de Dios, del creador, del universo. Confíen, los tiempos de Dios son perfectos.
Si no pasa en el primer intento, pensamos que ya no va a pasar, pero Dios sabe por qué lo hace. En mi caso, aunque pasaron tantos años, siento que Ainhoa llegó en el momento perfecto. Confíen en su cuerpo y confíen en su fe. Dicen por ahí que cuando hay un 1% de probabilidad, pongamos un 99% de fe.
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