Eran las tres de la tarde con treinta minutos cuando el desconocimiento mutuo de nuestra persona se diluyó al escucharnos hablar por un simple aparato electrónico que, por ese increíble avance tecnológico, es capaz de convertir en conocidos a simples extraños.
A pesar de los más de 2 mil 500 kilómetros que nos separaban en ese momento, Yair Marmolejo se abrió por completo en su sentir al estar viviendo una experiencia sin precedentes en su carrera profesional como boxeador.
Con apenas 25 años de edad, el cuadrilátero se ha vuelto su hábitat natural en el deporte con una práctica que orilla a la disciplina y persistencia en la vida cotidiana.
“He tenido que luchar contra todo pronóstico, sin ver el apoyo en mi ciudad decidí buscar otra oportunidad hasta que la encontré y hasta ahora, sigue sin irse de mis ser esa sed de triunfo y de querer trascender, de llegar muy lejos”.
Desde los 14 años, el deporte lo acompañó en su vida con esa característica resiliente que lo ha hecho salir adelante a pesar de aquellos golpes que lo han aturdido sobre el camino de la vida.
La más enorme pasión
Teniendo el futbol como vía, terminó por desistir tiempo después ante la complicación de tener una oportunidad en las canchas, algo que derivó en el descubrimiento de, hasta hoy, su más grande pasión: el boxeo.
“Empecé a ver a mi hermano Edgar (o ‘Tete’ como mejor lo conocemos) entrenar y entrenar en su gimnasio y desde allí comenzó a despertarme la curiosidad. Comencé con pequeñas peleas en Guanajuato y después fui abriéndome paso a Olimpiadas Nacionales”.
Con grandes actuaciones en tres participaciones nacionales, Yair comenzó la búsqueda por mejorar, y tras recibir un par de negativas, encontró el enorme arropo de una persona que, hasta hoy, lo ha hecho crecer en un intenso ámbito boxístico ante la complejidad de sobresalir.
“Estaré eternamente agradecido con Jay “El Panda” Najar por la enorme oportunidad que me dio al entrenarme. Ese hombre es extraordinario y le debo todo lo que he logrado en el boxeo hasta ahora”.
Aquella figura, acompañada de su familia y otros ejemplos a seguir en su vida diaria, le forjaron una enorme disciplina y consistencia en su vida para pelear en algunos lugares de México como Yucatán y Guanajuato.
Sin embargo, toda recompensa lleva de por medio un enorme sacrificio y, para él, es el de alejarse por completo de su familia por un largo periodo de tiempo.
La fortaleza mental se forja y, consciente de ello, lo expresa con un peculiar sentido de pesar y orgullo por el cómo se ha vuelto totalmente fuerte en lo psicológico.
“Te alejas de la familia y te concentras al 100 por ciento en lo que viene. Estuve 10 meses en un campamento para prepararme con todas las de la ley y bueno, se encontró esta oportunidad por la que trabajé tanto tiempo”.
Estar ubicado dentro del Top 20 del ranking nacional fue motivo suficiente para emprender una aventura hacia Costa Rica, un país que lo recibió con los brazos abiertos para demostrar sus capacidades.
Allá, lejos de su tierra natal, pero arropado por esa candidez que desprende la gente de aquel territorio centroamericano, lo hizo sentir una emoción a flor de piel que jamás olvidará.
“Escuchar ‘Caminos de Guanajuato’ cuando iba camino hacia el ring en otro país es algo que me puso la piel chinita y fue una enorme experiencia que me hizo comprometerme aún más con mi tierra”.
Esa noche del martes 11 de julio del 2023, derrotó por nocaut a su contrincante nicaragüense Celso Ocampo, quien dio férrea batalla durante tres rounds hasta que aterrizó la contundencia del mexicano.
Una enseñanza de vida
Con una voz en la que se puede sentir la emoción y compromiso por seguir adelante, Yair Marmolejo se siente en el mejor momento de su vida al estar cumpliendo una meta que se propuso desde pequeño.
“Estoy muy orgulloso de mi persona, por todo lo que he pasado, por los golpes que he esquivado porque trabajando duro los sueños siempre se cumplen”.
Después de una inolvidable experiencia en Costa Rica, se seguirá preparando para llegar al Top 10 del ranking nacional y, de paso, seguir persiguiendo ese sueño de representar a su país en unos Juegos Olímpicos.
“Todo esto se lo dedico a mi familia, porque ellos son los que me han llenado una mochila de valores que he cargado en todos lados y me ha ayudado a no desviarme. Ellos me sacaron adelante y siempre estaré agradecido con ellos”.
Así, con una emoción que no conoce límites, colgamos el teléfono tras casi una hora de charla, con la convicción de seguir persistiendo en su labor por volar alto y dejar atrás esas limitantes que, alguna vez, le impidieron seguir adelante.
“Jamás se rindan, por más que los momentos sean duros, jamás lleguen a ese punto. Todo es pasajero y siempre se encuentra solución”.