Era la una de la tarde en punto del decimoséptimo día de octubre cuando un gran puñado de seres humanos se dieron cita en los alrededores de aquellos representativos colmillos del Zoológico de León que, dentro de su amplio estacionamiento, recibió a decenas de carros clásicos al ser una de las últimas paradas de la Carrera Panamericana 2023.
Antes de emprender un nuevo camino hacia Aguascalientes, pilotos como Miguel Granados, Emilio Velazquez y Benito Guerra Jr., quienes conformaron el podio en la etapa cuatro desde Querétaro hasta Guanajuato, se dieron cita en dicho recinto para afinar detalles y emprender la etapa número cinco.
Sin embargo, más allá de los tiempos, los números y las afinaciones, el espacio es uno de esparcimiento social que permite generar nuevas amistades sin importar el bochornoso ambiente de la ciudad, tal es el caso de Francisco Muñoz y Mario Rivera, quienes eran simples desconocidos hasta la mañana del martes 17 de octubre.
“Nos venimos para ver aunque sea en el servicio, pero desde niño este evento lo veía pasar por López Mateos (Boulevard). Es un gran evento que lleva mucho sacrificio por la distancia que se corre y creo que quizá no se valora tanto en la difusión y se nota como algo muy privado”, comentó Francisco con un semblante animado mientras levantaba su mirada por si algún carro se le escapaba de la vista.
“Desde que era pequeño los veía pasar en el Parque Hidalgo porque por allí vivía y es toda una tradición ver esta Carrera Panamericana y ojalá se le siga haciendo énfasis en mantener este tipo de competencias. Es algo muy bonito ver carros que existieron cuando yo todavía ni nacía”, reforzó Mario haciendo la misma acción que Francisco de levantar los ojos y estar atento a los carros que circulaban.
Y es que desde 1988, esta competencia tuvo un estelar regreso a las calles de México tras suspenderse en 1955 debido a un tema de seguridad cuando apenas sumó sus primeros cuatro años de vida por su incursión en 1950.
La seguridad fue la razón primordial, pues los organizadores tomaron la decisión de suspender todo tipo de actividad de manera indefinida por el accidente más trágico en la historia del automovilismo en las 24 horas de Le Mans, en Francia, donde se registró un aproximado de 84 muertes el 11 de junio de 1955.
Este nuevo resurgir se refleja en una edición número 36 que está llena de nostalgia para Edwin Sánchez y Jonathan Aboites, a quienes les evoca un sentimiento de niñez por la pasión que se cimentó desde que las cosas aún tenían que señalarse con el dedo.
“Son coches muy tradicionales, muy antiguos e icónicos como los ‘bochitos’ y es lo que la diferencia de las demás habituales como la Fórmula 1 o el Rally. Desde pequeños existió esa pasión por los motores y vuelves a ser niño cuando vienes acá y los ves en vivo”, comentó Edwin con una notoria sonrisa en su rostro.
“Eres un niño otra vez, te regresa la ilusión que tenías a esa edad cuando veías pasar un carro, lo veías de chiquito, escuchas el sonido de los escapes y motores, y verlos en vivo, de verdad es incomparable”, complementó Jonathan.
Quizás solo sea el lugar donde los pilotos afinan detalles y descansan un rato del ajetreo competitivo, pero para distintas personas, es uno que se presta a la convivencia, pues así como se encargó de reforzar una amistad de 25 años entre Edwin y Jonathan, también fundamenta el tiempo en familia como en la de Florencia Arriaga y Salvador Mendiola, quienes a lado de sus dos hijos, disfrutaron del evento.
“Es nuestra segunda vez y esta ocasión ha sido más espectacular. Cuando me di cuenta por primera vez no lo pensé y nos tocó la suerte que vinieron aquí a Guanajuato y no dudamos en venir”, comentó un feliz Salvador.
“Es inculcarles el conocimiento de los autos y que vivan la experiencia de este tipo de eventos que existen en León y lo vean como un espacio recreativo”, dijo Florencia mientras observaba a sus dos hijos: Ferrán y Elías.
Florencia, Salvador, Mario, Edwin, Jonathan, Ferrán y Elías, son solo siete de los múltiples nombres que se encargaron de engalanar el evento con su presencia, una que abonó en el ambiente con risas, gritos y aplausos antes de decirle el adiós definitivo a la Carrera Panamericana en su edición 36.