Vitorean, ondean la bandera, sacan la matraca y se desgarran la garganta. Sobre las gradas de la primera base, allí donde un mar de uniformes azules se sostiene y se ilumina dentro de uno de los dos dugouts que erigen el diamante del Domingo Santana, está la incontenible porra de Sultanes Femenil. Y es que no importa el cómo: el apoyo es incondicional y trasciende fronteras nacionales.
Liderados por Rolando Tovar, más de 15 aficionados regiomontanos empacaron mochilas y maletas para emprender un trayecto largo pero reconfortante hasta León.
“Llegamos el sábado en la mañana, agradecimos por el viaje a Dios en San Juan de los Lagos, después nos paseamos por la ciudad y terminamos viendo a nuestras Sultanes ganar”.
Pero más allá del resultado, la experiencia de viajar para apoyar un equipo propio no tiene comparación. Ronaldo, quien sigue desde hace más de dos décadas a los Sultanes de Monterrey, lo sostiene y refuerza con una profunda remembranza al pasado.
“He sido aficionado de toda la vida, pero una vez, en un juego, un camarógrafo me enfocó y la gente me comparó con Don Celso Piña por el look que traía y, desde allí, ya se me quedó el apodo”.
Nadie lo conoce por su nombre de hecho, el grupo de fanáticos es conocido por su icónico apodo: la porra de Don Celso. Juntos, como familia, planearon el viaje al Bajío desde el anuncio del calendario. La fecha fue idónea: en fin de semana, en un estadio que le suele gustar a su equipo y en una ciudad donde la convivencia es el condimento esencial.
Incondicional en el rendimiento de sus Sultanes, confía en la gloria doble en 2024: el título en la Liga Mexicana de Sóftbol (LMS) y en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), pues aclara que “vamos por la once”.
“Sultanes es mi vida, he dedicado mucho tiempo a ello y simplemente me siento muy contento”.