Son las once de la mañana del segundo sábado de abril y el sol es agobiante. Hay algo de nubosidad en el ambiente, pero no es suficiente. Existe agua, toallas y hasta música en los alrededores, sin embargo, eso poco y nada importa en uno de los tantos tierrosos campos de batalla que existen en la Deportiva del Estado.
Allí, donde los conos delimitan las partes reglamentarias de un campo de futbol flag, se erizan las banderas que se mueven al son de sus dueñas. Y es que, sin importar que sea un duelo de preparación, el apetito de victoria y trascendencia impera en cada una de las jugadoras de Troyanos.
Representantes del Instituto Tecnológico de León, la comunidad estudiantil tiene la oportunidad de integrar la plantilla dentro de tres categorías: la equipada, que se juega similar al futbol americano profesional; la intermedia y el futbol flag que, hasta hace poco, se integró al programa.
“En el equipado, obviamente, lo fundamental es taclear y bloquear, ósea, totalmente el contacto, pero aquí, en tocho bandera, lo que se busca es precisamente lo contrario: es más habilidad que contacto. Aquí, a diferencia del equipado, todo tipo de contacto brusco es castigado”.
Quien se encarga de formular esas palabras es Marco Alfonso Torres, quien, actualmente, es el entrenador en jefe de Troyanos. A los 11 años, comenzó su andar en este deporte con la misma organización que, 33 años después, a sus 44, le da la oportunidad de encargarse como el sostén de todas las categorías.
Mientras observa el juego de sus dirigidas, Marco, quien se graduó en sistemas, desayuna, almuerza, come y cena futbol americano y sus vertientes. Certificaciones y diplomados, lo ayudaron a fortalecer sus conocimientos como entrenador.
Con lentes de sol y una gorra que es sinónimo de escudo para los intensos rayos del sol, explica las inquietudes de un juego que está en pleno apogeo dentro de territorio leonés.
“Nos basamos en un reglamento internacional y jugamos cinco contra cinco. En lugar de tener equipamiento, como sucede en el once contra once, tenemos una bandera que, al momento de que te la quitan, quedas inhabilitado y allí termina la secuencia de jugada”.
La secuencia, vital elemento del juego, está siendo bien usada por su rival de esta mañana: Aguascalientes, a quienes suelen visitar en otoño, que es cuando se lleva a cabo la temporada regular. Además, Querétaro, San Luis Potosí, Celaya y Ciudad de México, son destinos ya muy conocidos.
Consciente de que todo es un proceso, no se inmuta y apoya a sus jugadoras. Es un juego y, sabedor de ello, deja en claro que, más allá de lo deportivo, lo esencial de su dirección es lo humanitario.
“Algo que aprendí como jugador y lo traslado ahora como entrenador es la sensación de ser una mejor persona. En los entrenamientos, eso se enseña y se edifica. Ser un mejor ser humano, además de la competencia de ganarlo todo y trascender, es parte de nuestra filosofía”.
Entre rato y rato, Marco ya perdió la noción del tiempo. Quizás, no sabe cuántos primero y diez y primero y gol ya se han lanzado en el juego de exhibición, pero aplaude y alienta con palabras a las protagonistas, quienes, sin importar su posición, gritan con ahínco una jugada favorable para su causa.
Es, simplemente, la pasión por un deporte al que todavía le falta demasiada identidad. La está encontrando y lo expresa el entrenador en jefe, pero el potencial es mayúsculo y todavía no se alcanza al cien por ciento.
Con juegos en cada ocho días, él, junto a sus colegas de profesión y, sobre todo, las y los protagonistas del juego que desarrollan en cada una de sus respectivas categorías, están sembrando una semilla que, a nivel mundial, ya empieza a dar frutos con la adición del flag football en los Juegos Olímpicos de París 2024 y Los Ángeles 2028.
“Luego hay casos especiales en los mismos jugadores, momentos de apremio en los que han sabido salir adelante y eso, como entrenador, me reconforta. Estoy muy orgulloso de ser parte de todo esto. Me siento con la responsabilidad de entregarlo todo a Troyanos por todo lo que han hecho por mí y creo que lo estamos haciendo bien”.
Son pasadas las doce y media de la tarde y el juego terminó con una derrota. Sin embargo, las risas, que son producto de la carrilla mutua, eclipsan el resultado. Es el buen ambiente que se demuestra e impera más allá de un descalabro.
Con el apetito eterno de buscar la victoria y trascender, Troyanos, que en 2022 levantó un título a nivel nacional y se erige como una de las franquicias de futbol americano más longevas de León, seguirá con su curva de aprendizaje en cada entrenamiento y juego de exhibición que se alargan hasta la caída de la noche y sufren pero, al mismo tiempo, gozan de manera inconmensurable.