Sereno pero contento. Cansado pero satisfecho. Así es su esencia, y esa, por más que se intente, jamás se podrá cambiar. Él es así: fiel a sus convicciones y objetivos.
Protegiéndose del sol con una gorra negra que combina con su vestimenta de descanso, Rubén Chávez charla con cierta sorpresa sobre su más grande logro como profesional.
Dos horas han pasado después de una inconmensurable catarsis y el sentimiento de gloria aún sigue en su punto más álgido.
Muy contento. Después de varios años de intentarlo, hoy gracias a Dios se nos da el primer lugar. Este es un trabajo de años y cruzar la meta es una sensación única e inexplicable”.
Hace una década, era impensado verlo en lo más alto del podio. Sin tenerlo en su órbita de vida diaria, inició su camino en el atletismo en 2014 por mero gusto y pasión por correr.
Sin embargo, el crecimiento fue exponencial. Un año después, en 2015, corrió su primer Maratón León con un tiempo inicial de 2:42.
Siendo esta gloria la culminación de 10 arduos años de trabajo, la dedicatoria no puede no ser especial.
Se lo dedico a mi familia que siempre me ha apoyado. Hay días en los que uno está muy cansado, con mucho estrés y ellos lidian conmigo. También va para mi equipo Atlético San Miguel, para mi entrenador y a toda la gente que nos apoyó en ruta porque fueron fundamentales”.
Satisfecho por alcanzar el pináculo que él mismo se propuso tiempo atrás, Rubén, oriundo de Guanajuato Capital, se colgó la medalla del primer lugar en los 42 kilómetros con un tiempo de 2:20:43.
¿Sobre el futuro? Fiel a su estilo reflexivo y mesurado, él mismo responde.
“Toca descansar, ver cómo responde mi cuerpo, si no tengo lesiones o molestias musculares y, ya después, ver si podemos o no seguir”.
IP