El beisbol es divino. Magnifica el trabajo en equipo y condena el individualismo. Y es que en este deporte, que es considerado como el Rey, es necesario y obligatorio el compañerismo porque solo así se logrará el éxito deseado.
Los Dodgers de Los Ángeles, durante todo el 2024, fueron eso… y hasta un poco más.
Shohei Ohtani, Mookie Betts, Freddie Freeman, Tommy Edman, Max Muncy, Kiké Hernández y Teoscar Hernández son nombres de estrellas y, como cada ser humano, ostentan un gran ego, pero es allí donde radica el enorme manejo de un tipo como Dave Roberts.
Después del juego decisivo en Yankee Stadium, tipos como Andy Pages, Michael Kopech y el mismo Teoscar, dejaron en claro los pilares de esta organización: unión, obligación, compañerismo y mentalidad ganadora; todos, con la figura -paterna quizás- muy presente de su manejador.
Sobre la marcha de una larguísima temporada, los Dodgers se encontraron mil y un adversidades, sobre todo, con las lesiones.
Tan solo a pocas semanas de iniciar la postemporada, Tyler Glasnow, quien estaba destinado a ser el As del equipo en la instancia más decisiva, se terminó por perder el resto del año por una lesión.
El pretexto más fácil para caerse y no pelear estuvo al alcance de la mano… y, aún así, ni siquiera se encargaron de ‘pelarlo’.
Contrario a lo que se pensó, a Roberts y compañía, no los rebasó la situación. Sin quedarse como estatuas de piedra, actuaron a la perfección.
Ajustaron en su bullpen, añadieron nombres como el de Kopech, y lo hicieron el mejor del mejor beisbol del mundo.
No hubo nadie, en este trayecto de playoffs, que les pudiera hacer frente.
Los Padres de San Diego estuvieron a nada de hacerlo en la Serie Divisional, pero su más grande pecado fue darles un resquicio de mejoría con su arma más mortal: el bullpen.
Contra los Mets de Nueva York en la Serie de Campeonato, la situación se replicó. Se aplaudió el esfuerzo de los neoyorquinos al regresar la serie a Dodger Stadium y soñar con un séptimo juego, pero hombre por hombre, los Dodgers siempre fueron superiores.
Ya contra los Yankees de Nueva York, se confirmó lo que ya se sabía desde las dos series anteriores a la de la Serie Mundial. Los ‘Mulos’ fueron siempre un equipo de individualidades. Si no aparecía Aaron Judge, Juan Soto o Giancarlo Stanton, era una organización sin ton ni son.
Y sé que para la mayoría de los fanáticos aún existe esa creencia de que la nómina de Dodgers es enorme y que esa razón, es suficiente para demeritar su octavo anillo de Serie Mundial… pero la verdad, es que ese análisis, es pobre y sensacionalista.
¿Te imaginas manejar el ego de más de 25 peloteros?
¿Te imaginas manejar el temperamento de más de 25 peloteros?
¿Te imaginas estar al pie del cañón con la mentalidad y el sentir de más de 25 peloteros?
¿Te imaginas estar contra las cuerdas y, aún así, encontrar la manera de sacarle lo mejor a más de 25 peloteros?
¿Te imaginas terminar con el mejor récord de la temporada regular con casi 100 victorias (98-64) y que el piso no se le mueva a ninguno de tus manejados?
¿Te imaginas que, aún y a pesar de las lesiones, los que estaban disponibles sacaron la casta y ayudaron a tener el mejor diferencial de carreras de todas las Grandes Ligas con un dominante +156?
¿Te imaginas tener que soportar las críticas en tu contra por ser fiel a tus jugadores y resistirte a bajar a tu mejor hombre en el LineUp?
Por favor: dejemos de hablar tan fácil y demeritar los logros de estos Dodgers de Los Ángeles y los de su manejador, Dave Roberts.
Es muy fácil hablar, pero qué complicado es hacer y replicar.
Hoy por hoy, todos los que conforman esta organización, son los mejores de todo el planeta.
Le guste a quien le guste.
Le duela a quien le duela.
-El Dugout del Gabo.