Había que tener sagacidad, destreza y concentración para lanzarle a un tipo como él, que con sus 1.88 centímetros de estatura y sus 88 kilogramos de pesadez, además de sus 37 años de edad, se imponía ante la posible dominación y el resquicio del peligro.
La razón era más que sencilla: él mismo era el peligro.
Bateando por el lado de los derechos y lanzando con la mano derecha, Iván Augustus Murrell llegó a México en 1976 con Nuevo Laredo, siendo esto el preámbulo de su leyenda en una ciudad que aún lo recuerda con estima y nostalgia por el tiempo que ya se fue.
Tres años después, en 1979, el nacido en Almirante, que es la ciudad portuaria más importante de Panamá en cuanto a exportación de banano se refiere, aterrizó en lo que se convertiría en la ciudad más importante de México a nivel de la piel y el calzado: León.
¿La razón? Los Cachorros de León se hicieron de sus servicios para encarar su primera temporada como club profesional de beisbol.
Aunque llegó a mediados de la temporada, su valía no fue despreciable y hasta se agenció el título de jonrones -24 del circuito junto a su compañero puertorriqueño, Luis Alcaraz.
Nadie, ni la misma fanaticada, esperaba un rendimiento como el que mostró el panameño en esa misma temporada del regreso.
Hasta antes de la Huelga de Beisbolistas de 1980, Murrell destrozó la liga. En 96 juegos, anotó 67 carreras y dio 117 hits, además de 14 dobles y tres triples.
Su conexión con la afición llegó con el poderío que demostró con el respectivo bate de madera que cargó consigo en cada uno de los 380 turnos al bate que registró a lo largo del camino.
Más allá de cinco estafas, 31 pasaportes y 95 ponches, Iván Augustus se erigió como el líder, ya no solo de su equipo, sino de todo el circuito, en jonrones con 32 y en remolcadas con 91.
Con dos elevados de sacrificio y cinco bases por golpe incluidos, las estadísticas de este gigantón, en cuanto a las pertenecientes a la sabermetría se refiere, son para aplaudir y discernir la clase de bateador que era:
- .308 AVG | .366 OBP | .608 SLG | .974 OPS.
Tanta fue la algarabía que causó en la grada que, en aquellos tiempos, se dice que la fanaticada iba y pagaba su respectivo boleto solo para verlo pegar uno de esos batazos largos y profundos que eran capaces de desaparecer a ‘Doña Blanca’.
Claro está que tampoco debemos dejar de lado lo que hizo en 1983 con 40 años de edad encima, pero la historia que escribió en su primera temporada completa con los del Bajío, donde fue uno de los primeros ídolos en toda la historia de la franquicia, ha sido algo MUY pocas veces visto.
Hoy, a poco más de cuatro décadas después, no podemos dejar que caiga en las manos del olvido y su entierro.
Por siempre vivo su recuerdo, Murrell.
-El Dugout del Gabo.