A poco más de un año de ser decretada como Zona de Monumentos Arqueológicos, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no ha cumplido con la protección y difusión del sitio en forma adecuada.

El señalamiento es realizado por Montserrat Barragán, presidenta de la asociación civil Niebla y Tiempo, que impulsó y gestionó la declaratoria presidencial junto con la sociedad organizada durante 18 años.

Fue el 5 de junio del año pasado cuando la Declaratoria Presidencial fue publicada en el Diario Oficial de la Federación, estableciendo una poligonal de 20 hectáreas en la zona para la protección del patrimonio arqueológico.

SIN CAMBIOS

“A un año de la declaratoria, las cosas están prácticamente igual, pues además de que la zona de monumentos arqueológicos no está protegida, no hay ningún tipo de difusión de la misma por parte del INAH”, señaló la activista.

Alejandro Aldana Barragán, secretario administrativo de la misma organización, recordó que en la misma Declaratoria Presidencial, el INAH debía presentar el plan maestro para la zona arqueológica a más tardar en agosto de 2023.

“Solicitamos el Plan Maestro para Manejo de la Zona Arqueológica, y en respuesta nos enviaron uno, que al revisarlo nos dimos cuenta que corresponde a otra zona arqueológica”, señaló Aldana Barragán.

Tras hacer una nueva solicitud del plan maestro a la institución federal, ya no hubo respuesta.

SIN PLANES

Ambos mencionaron que tampoco conocen de trabajos por parte del gobierno estatal para la conservación, preservación y difusión de la zona.

Lo anterior, respecto a las declaraciones a inicios de este año por parte de Miguel Ángel Tello, titular de la Unidad de Planeación y Prospectiva del gobierno, en el sentido de que en breve se iniciarían dichas acciones en Huapalcalco.

PARA CRUZAR EL PUENTE

Las declaraciones fueron ofrecidas en el marco de la inauguración del mural “Ya cruzamos el puente de Huapalcalco”, que se encuentra en una de las paredes de la primaria Miguel Hidalgo, en el centro.

El objetivo del mural es difundir la herencia cultural de la zona arqueológica por medio de una de sus leyendas más conocidas, y con ello generar sentido de pertenencia social y cultural.

El mural fue realizado por artistas plásticos del Valle de Tulancingo y la Sierra Otomí Tepehua, bajo el patrocinio de varias empresas y particulares de la región

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