Enterrar a los muertos es acto de reverencia, pero la vocación del Nuevo Museo de las Momias es la de administrar mercancías.
México es tan rico que no necesita planear sucesos, pues ocurren por accidente. Es el caso de las Momias de Guanajuato, que, a diferencia de las egipcias, no surgieron de una larga tradición de embalsamamiento, sino de los minerales que preservaron a más de cien cuerpos en un estado inquietante pero aún reconocible.
Si nuestras momias pertenecieran a un legado milenario estaríamos obligados a observar rigurosos protocolos. Pensemos en el trato que reciben en Egipto. En 2021, 22 momias fueron llevadas del viejo museo de arqueología de El Cairo a un imponente edificio en las afueras de la ciudad, dividido en dos pisos consagrados a dos formas de la experiencia humana. La planta baja narra el desarrollo de la vida a orillas del Nilo y el sótano, el viaje de los reyes al inframundo, la posteridad desde la cual los contemplamos. En ese recinto de historia y profecía, cada cuerpo cuenta lo que fue y lo que será.
No se le puede pedir a civilizaciones más recientes -con apenas tres mil años de esplendor- que entiendan los ritos funerarios al modo egipcio. Pero algo no funciona en el trato que damos a las momias.
Pensemos en el Nuevo Museo de las Momias que se planea inaugurar en Guanajuato. Como el de El Cairo, el inmueble consta de dos plantas. La parte alta exhibirá los cuerpos conservados por azar y la baja albergará 53 locales comerciales. La vocación del proyecto es la de administrar mercancías.
No es la primera vez que las momias son explotadas de ese modo, pues ya han amenizado un rally en León e incluso una cata de vinos.
Durante años, los cuerpos estuvieron en un museo sin fines de lucro que se convirtió en el tercero más visitado del país, después del Nacional de Antropología y el Papalote. Paloma Robles Lacayo, ex directora de esa institución, ha encabezado una lucha para impedir que las momias se banalicen como artesanías regionales. Se trata de personas que tuvieron una identidad y que merecen ser tratadas como algo más que “muertos de compañía”, un pretexto para tomarse una selfie.
Por desgracia, el Congreso local apoya el despropósito. En septiembre de 2021 aprobó un endeudamiento de cerca de 70 millones de pesos para reubicar a las momias en un centro comercial. Un año antes, la iniciativa había sido rechazada por el propio Congreso, pero algo cambió en el camino. Lo cierto es que con dineros públicos se busca hacer negocio, pues resulta inconcebible que un shopping mall muestre cadáveres con un fin educativo.
La prensa guanajuatense y el colectivo Defensa Momias de Guanajuato han alertado sobre el inmoderado desvío de recursos. Como el endeudamiento no alcanza para construir el nuevo inmueble, en diciembre de 2021 el Ayuntamiento aportó 52 millones adicionales. Todo esto se hizo sin la anuencia del INAH ni del gobierno federal. Molesto por esta falta de apoyos, el presidente municipal de Guanajuato, Alejandro Navarro, declaró el pasado 22 de abril: “Cuando les gana la bilis, cuando les gana el hígado, cuando no les gana la razón y no le ponen corazón, no harán nunca las cosas”. Influido por las momias, habla de sus adversarios con criterio de taxidermista (les sobra hígado, les falta corazón).
El 28 de junio, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios declaró que el proyecto “no cumple con la normatividad y recomendaciones internacionales sobre la salvaguarda y conservación del patrimonio de la humanidad”. En cambio, Diego Sinhue Rodríguez, que gobierna uno de los estados más violentos del país, respalda la exhibición comercial de momias.
No hay que ir a Egipto para atestiguar otro trato a los difuntos. Cerca de Guanajuato, en la ciudad de León, se conserva uno de los más notables monumentos funerarios de México, el Templo Expiatorio. Las criptas subterráneas se extienden a lo largo de escalinatas y pequeños patios. Ante esa cuidada arquitectura, el visitante entiende, sea cual sea su relación con la fe, que enterrar a los muertos es un acto de reverencia.
El gobernador y el presidente municipal de Guanajuato pertenecen al PAN. Actualmente, el líder de ese partido, Marko Cortés Mendoza, promueve una campaña en pro de la energía solar. Como tantas promesas, ésta es atractiva. Sería interesante que también se pronunciara sobre los recursos no renovables de Guanajuato y la forma en que ahí se comercia con la muerte.