Cada día, la mañanera se pone más interesante. No es broma ni una observación de algún fan del Presidente, ni siquiera de un experto en metalenguaje, es simplemente participar en un juego de interpretaciones. Si, eso es, sólo un juego.
¿A qué presidente se le ocurriría usar su tiempo en hacer una lista de 43 personajes de los que la oposición pudiera echar mano para escoger candidato? Dentro del mensaje hay burla, desprecio y el afán de regodearse de la ventaja que tiene Morena en las encuestas. Es una ofensa disfrazada, una venganza de sentirse despreciado durante tantos años. Decir: “todos esos me pelaron los dientes”.
A medida que penetramos en el hecho con mayor profundidad, reconocemos un desprecio a la democracia y a las instituciones, porque muchos de los nombrados son instituciones en sí mismos. Agustín Carstens, por ejemplo, tiene una trayectoria impecable en su carrera de economista gubernamental, a tal grado que hoy es el director del Banco de Pagos Internacionales ubicado en Suiza, llamado el “banco de bancos”.
José Ángel Gurría es otro político economista que ocupó la Secretaría de Relaciones Exteriores, la de Hacienda y culminó una de las carreras más brillantes de un funcionario. Su paso durante tres lustros por la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico fue impecable. La experiencia y conocimientos fue tan valioso para el país que dejó en el 2000 una macroeconomía estable y saneada, un crecimiento del 7% -que hoy ni siquiera soñamos. Gurría ha propuesto desde hace años una mayor participación del Estado en la economía a través de una mayor recaudación progresiva, una idea que llevan a cabo la mayoría de los países con gobiernos de izquierda.
Nombrar a Beatriz Paredes, una de las mejores mujeres en el mundo político e intelectual del país, es aberrante. De impecable honestidad, Beatriz tiene voz clara siempre sobria respecto a las tareas públicas. Su prestigio jamás se ha visto manchado por escándalos o frivolidades. Es muestra de que el PRI, aún con su declive, conserva voces lúcidas a las que siempre se debe escuchar. Decir que Beatriz pertenece a un imaginario “bloque conservador” es una gran mentira y casi puede calificarse de “ñoñería”.
Incluir a Pedro Ferriz, Carlos Loret de Mola, Raymundo Riva Palacio y a Chumel Torres, muestra que al Presidente le salen las fobias porque nadie en su sano juicio puede postular a periodistas en funciones y que ninguna aspiración tienen de llegar a la presidencia.
El común denominador de ese “bloque” es que son críticos o son destacados. Los candidatos serios y sólidos son Enrique de la Madrid, Luis Donaldo Colosio, Ricardo Anaya, Santiago Creel, Margarita Zavala y Mauricio Vila. Esta última lista puede expandirse con el paso de los meses.
¿Qué quiere el Presidente al convertir en show trivial sus llamadas conferencias de prensa? Lo interesante también es la distracción. Encaminar a la opinión pública hacia temas distintos a los incómodos. Son una coraza contra hechos que le enfadan como el libro El Rey del Cash o las angustias inflacionarias que vivimos.
Lo interesante también es que funciona el invento. Aquí estamos, escribiendo sobre el tema de la mañanera, tratando de descifrar con sobria ingenuidad el mensaje que al final reconocemos como un gran distractor. Caímos atrapados en esa red, pero aún dentro de ella, encontramos que cada distractor lleva más mensajes ocultos que revelan mucho más que las palabras o la cadencia lenta de su exposición. Hay un inframundo en las mañaneras. Ni duda cabe.