La primera batalla por el llamado Plan B de Morena para debilitar al INE la ganó la institución, la ganó la democracia. El fallo del ministro Javier Laynez Potisek al parar en seco la embestida con una suspensión, alentó a la marea rosa y a la oposición.
El presidente López Obrador no pudo ocultar su malestar. Siempre que no está de acuerdo con algo o con alguien de inmediato saca de la bolsa su repertorio favorito de insultos. Al ministro Lainez le dijo conservador y mafioso. No recordamos que en sexenios pasados el presidente insultara a miembros del Poder Judicial.
Los agravios, mentadas e incendios de la figura de la presidenta de la SCJN, Norma Piña, fueron mal presagio. Está bien que nos gusta quemar a los judas en esta temporada o hacerlos piñatas como sucedió en el Zócalo. Lo hacemos como desahogo político desde hace no sabemos cuántos años. Pero querer invadir el espacio del Palacio de Justicia a la fuerza y con insultos de por medio, refleja lo que están dispuestos a hacer los radicales de Morena.
El Plan B es anticonstitucional. Lo sabe el presidente, lo saben los mismos diputados que votaron la ley (más bien no porque ni siquiera leyeron la iniciativa) y lo sabemos todos. El INE no puede perder su autonomía sin que haya una mayoría calificada en el Congreso y en el Senado. Tan tan. Se acabó. La ley la votó la mayoría simple, menos de dos tercios de los legisladores. Lo legal será que el Pleno de la Suprema Corte coincida con el ministro Laynez.
Pero la vena agitadora de AMLO le dice que debe embestir, descalificar y rebelarse para preparar el camino del Plan C, que es la llegada a la presidencia del INE de una cercana a Morena.
Aunque la ley dice que los miembros del Consejo y el presidente del INE deben ser apartidistas, no tener conflicto de intereses con algún partido, van a romper la regla. Bertha Alcalde Lujan, hermana de la secretaria del Trabajo, aparece como la favorita de los examinadores y del propio AMLO.
Si las instituciones funcionan, puede suceder algo bueno como fue en el Banco de México. Con mucha anticipaciòn el presidente había adelantado el nombramiento del ex secretario de Hacienda para gobernar el banco central. Sin embargo, a pocas semanas de hacerlo cambió de opinión. Algo no le gustó de Herrera, quien estaba bien posicionado como un economista serio y moderado. Los mercados tuvieron un rato de nerviosismo cuando llegó Victoria Rodríguez Ceja, una economista preparada pero lejana a la experiencia necesaria que requiere el cargo.
Victoria llegó y, como es preparada, prudente y decente, comprendió la dimensión del encargo. De inmediato consultó con los subgobernadores, pidió opiniones y comenzó un aprendizaje exprés. Ella sabía que el mandato primero del Banxico es sostener el valor de la moneda y combatir la inflación. La gobernadora ha sido una de las buenas sorpresas del sexenio. Dedicada a ese mandato, a veces parece que tiene más cercanía ideológica con Margaret Thatcher que con los camaradas de Morena.
Bertha Luján también es una mujer preparada que comprenderá, en su momento, que a ella y a su encomienda autónoma no le conviene ningún plan como el B. Porque quitarle recursos económicos y humanos al INE no le permitiría llevar a cabo elecciones limpias y en paz. Ningún capitán quiere que su barco se hunda. Ya lo veremos.