Ahora que el Congreso redujo la edad para ser diputado a 18 años y secretario del gabinete a los 25, vamos de ocurrencia en ocurrencia; de payasada en payasada. Porque nada se logra con tener representantes populares adolescentes, o secretarios de estado inexpertos.
Viene al caso la siguiente historia:
Kishore Mahbubani llegó a Singapur desde la India a los 6 años cuando el ingreso por habitante era de 500 dólares anuales. Como otros pioneros de ese país, cuenta que al entrar a la escuela lo declararon desnutrido y le dieron una dieta especial de leche para que recuperara peso. Al igual que su nueva tierra, él era pobre y vivía en una habitación sin servicios.
Su vida va de la mano del crecimiento y desarrollo de la isla. Hoy el ingreso por habitante es de 72 mil dólares, superior al de casi todos los países desarrollados.
Vivió el ascenso de una nación del tercer mundo al primer mundo y fue parte de ese esfuerzo como representante de Singapur ante las Naciones Unidas, donde llegó a presidir el Consejo de Seguridad. En un video muy corto -que compartió amablemente José Castro Vera- da la fórmula de éxito de su nación. Comenta que la ofrecía gratis a sus alumnos en la escuela de estudios políticos “Lee Kuan Yew” en la Universidad Nacional de Singapur.
MPH, son las tres siglas del éxito para cualquier país, son los tres pilares indispensables que enseñaba Mahbubani. Podríamos traducirlo como Millas Por Hora, pero no, la M es Meritocracia. La P es Pragmatismo y la H es Honestidad. Los pongo con mayúscula.
En los países tercermundistas como el nuestro, los funcionarios públicos no son seleccionados por su capacidad, educación y talento. Son familiares, amigos o compadres; compañeros de lucha en los partidos que solicitan compensación, o en el peor de los casos, socios del gobernante.
Los países desarrollados cuentan con servicio civil de carrera y la evaluación es fundamental para que el gobierno tenga a los mejores. En todas las carteras, en todos los ministerios, en las universidades, en los juzgados, el esfuerzo es tener y mantener competencia y mérito.
El Pragmatismo -que luego se confunde con falta de valores- es una forma de pensar para dar resultados. El “Pragmatismo Estratégico”, fue desarrollado en Singapur y luego copiado por Deng Xiaoping en China. El Pragmatismo implica dejar las ideologías de lado y buscar lo que funciona. El resultado es sorprendente. Los países asiáticos lo usaron para crecer y salir de la pobreza. Sacaron de la miseria y la desnutrición a sus pueblos, a cientos de millones de habitantes. Qué funciona y qué no funciona, es el único dilema.
Cuando las decisiones están impregnadas de ideología tenemos el resultado que obtienen países como Cuba, Venezuela o la misma Argentina con el peronismo. Qué decir de este sexenio de nacionalismo anacrónico e ideología populista tropical.
La Honestidad pone la raya a los países más desarrollados, en este caso los nórdicos como Finlandia, Dinamarca, Suecia y Noruega. Se cuela siempre en la lista Singapur, porque además se empeñan en lograrlo. Los países desarrollados comprenden que para retener el talento de los más preparados, de los más competentes, tienen que pagar de acuerdo al mercado laboral. Aquí convirtieron en casi un delito ganar más que el presidente. Los resultados están a la vista.