Pitongo era el hombre más popular entre las socias del club nudista. Podía traer dos vasos de café, uno en cada mano, y además una docena de donas. (No le entendí). Cierta soltera publicó un mensaje en la red: “Busco marido”. Ese mismo día recibió un centenar de respuestas, todas de esposas que le decían: “Ven por el mío”. Un tipo le comentó a otro: “He observado que nunca sales con mujeres. ¿A qué se debe eso?”. Respondió el otro: “Padezco un grave problema sexual”. “¿Qué clase de problema? -se preocupó el primero-. ¿Impotencia? ¿Eyaculación prematura? ¿Alguna enfermedad venérea?”. “No -replicó el otro-. No tengo dinero”. La señora le preguntó a su esposo, que se pesó en la báscula del baño: “¿Quién dijo: ‘¡Ah cabrón!’? ¿Tú o la báscula?”. Picio, debo consignarlo a riesgo de faltar a la caridad cristiana y a la buena educación, era muy feo. Sin embargo, cortejaba a Susiflor, hermosa joven. Una noche le pidió por enésima vez que fuera su novia. Le respondió ella, molesta: “¿Cuántas veces te he dicho que no?”. Respondió Picio, apenado: “Perdóname, Susi. No sabía que debía llevar la cuenta”. Noche de bodas. Antes de ir al tálamo nupcial el novio le hizo una pregunta a su desposada: “Dime, Loretela: ¿soy yo el primero?”. “¡Carajo! -respondió ella, impaciente-. ¿Por qué todos los hombres preguntan lo mismo?”. A partir de mañana, y hasta el 4 de junio, aparecerá todos los días en mi artículo esta frase: “Un voto por Morena o por el PT es un voto contra Coahuila”. En mi estado natal habrá elección de gobernador ese domingo. Todas las encuestas dan por seguro ganador a Manolo Jiménez Salinas, candidato de la alianza formada por el PAN, el PRI y el PRD (los cito por orden de antigüedad). Aun así considero mi deber de coahuilense expresar una y otra vez mi convicción de que tanto Santana Armando Guadiana Tijerina como Ricardo Sóstenes Mejía Berdeja, candidatos respectivamente de Morena y del PT, constituyen un grave riesgo para mi entidad nativa. Guadiana, lo he dicho ya, no está en disposición de gobernar, tanto por su edad como por su carácter. Sería el instrumento de un grupo de morenistas que lo manejarían a su antojo y harían del estado su propiedad particular. Peor aún sería Berdeja. Ausente de Coahuila durante muchos años hizo carrera política en Guerrero, y en más de una ocasión se ha declarado guerrerense. Si participa en la contienda es sólo porque López Obrador lo nombró subsecretario de Seguridad y en un principio pareció que haría de él su corcholata. El hecho de no haber obtenido la designación emberrenchinó de tal manera a Mejía que se lanzó a una aventura cuyo final es predecible por el poco puntaje que tiene en las encuestas. Jiménez Salinas es un magnífico candidato. Joven, carismático, empeñoso, hizo una excelente labor como alcalde de Saltillo. Ha realizada una intensa campaña, y cuenta con la simpatía lo mismo de los empresarios que de la clase media y popular. Los temas del moreirato y el desprestigio de la cúpula nacional del PRI no hicieron mella en su campaña, y en los debates que tuvo con sus adversarios se mostró superior a ellos tanto por su mayor conocimiento de la problemática de Coahuila como por la altura de su discurso y la calidad de sus propuestas. Obran en su favor, aparte de esas ventajas, el buen gobierno que ha hecho Miguel Riquelme, el actual gobernador, y la bien aceitada maquinaria priista en el estado. Aun así no sale sobrando aquella frase que habré de repetir en los siguientes días a modo de prudente admonición: “Un voto por Morena o por el PT es un voto contra Coahuila”. Lo digo porque así lo siento. Lo digo porque ésa es la verdad. FIN.
Un voto por Morena o por el PT es un voto contra Coahuila
Aun así considero mi deber de coahuilense expresar una y otra vez mi convicción de que tanto Santana Armando Guadiana Tijerina como Ricardo Sóstenes Mejía Berdeja, candidatos respectivamente de Morena y del PT, constituyen un grave riesgo para mi entidad nativa.