Por: Armando Fuentes. 

“¡No puedo creer que ya esté casada contigo, Palemón!”. En la suite nupcial del hotel la enamorada novia repetía una y otra vez esa emotiva frase: “¡No puedo creer que ya esté casada contigo, Palemón!”. Desde la habitación vecina llegó la airada voz de un irritado huésped: “¡Ya llévatela a la cama, Palemón, para que se convenza y nos deje dormir!”. Comentó Babalucas: “Inventé un veneno infalible para chinches y pulgas. Desgraciadamente no tuvo éxito en el mercado”. Preguntó alguien: “¿Por qué?”. Explicó el tonto roque: “Era inyectable”. No es necesario repetir que don Chinguetas es un marido tarambana. Sus devaneos eróticos le han dado inmerecida fama. Cierto día su esposa, doña Macalota, llegó a su casa en hora inesperada y sorprendió a su liviano cónyuge entrepernado con una fémina de sospechosa catadura, pues a más de estar pintada como coche mascaba chicle en el curso del ilícito acto. Es explicable que la esposa haya prorrumpido en dicterios alusivos al infiel. Le dijo, entre otras cosas que no recuerdo, canalla, infame, sinvergüenza, desgraciado, méndigo y cabrón. “¡Qué mala eres, Macalota! -le contestó Chinguetas en tono quejumbroso de reproche-. ¡Y yo, que me estaba imaginando que esta mujer eras tú!”.  Empédocles y Astatrasio, eternos compañeros de parranda, se hallaban inflando en una cantina de barriada. Eso de “inflar” posiblemente viene de “pimplar”, que significa beber vino o cualquier bebida alcohólica, particularmente si se hace con exceso. Después de repetidas libaciones Empédocles le dijo a Astatrasio: “Creo que ya estás borracho. Te ves doble”. Si yo llenara este día mi espacio con la palabra “Gracias” mil veces repetida, no alcanzaría a agradecer a la gente de León, Guanajuato, la generosidad con que me recibió en su magnífica Feria del Libro, y la cálida acogida que dio a mi más reciente libro, “México en mí”. El vasto recinto dispuesto para mi presentación se llenó de tal manera que hubo necesidad de colocar más sillas, y aun así una gran parte del público hubo de estar de pie o sentada en el piso. Cuando aparecí en el foro los asistentes me aplaudieron tan largamente que no sabía yo qué hacer, así de grande fue mi confusión ante ese recibimiento tan lleno de afecto y de bondad. Tuve el honor de que asistiera a mi plática la alcaldesa de León, Alejandra Gutiérrez Campos, cuyo talento y atractivo personal se suman a la dedicación y eficiencia con que sirve a sus conciudadanos. Al final de mi disertación la gente se puso en pie para aplaudirme, lo cual para cualquier conferenciante es motivo de satisfacción. Luego estuve casi tres horas firmando ejemplares de “México en mí”. Me alegró saber por mis amigos del Grupo Planeta que mi libro estuvo en primer lugar entre los Top Ten, o sea entre los 10 más vendidos. Por todo esto expreso mi gratitud  a los leoneses; a su joven e inteligente Presidenta Municipal; a Enrique Gómez y los periódicos A.M; a la Feria del Libro de León, una de las mejores de México, tan bien organizada y con directivos tan atentos y de tan alta calidad intelectual y humana; a Luly, mi hija adorada, que cuida de mis libros con amoroso celo; a todos mis amigos de Diana, mi casa editorial, y muy especialmente a José Calafel y Gabriel Sandoval, del Grupo Planeta, que me han convertido en un exitoso autor. ¿De dónde a mi tanto bien?, me pregunto con palabras del Magnificat, antigua y bella oración mariana que el pueblo llamaba la Magnífica… El próximo 4 de junio habrá elecciones en Coahuila, mi estado natal. Desde ahora digo que un voto por Morena o por el PT será un voto contra Coahuila. FIN.

 

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