El próximo lunes Marcelo Ebrard propondrá un método para seleccionar al candidato de Morena. Descontento con el suelo disparejo de la contienda preliminar, el canciller quiere usar la tecnología como apoyo. Dijo en tono cándido que había tenido una idea para hacerlo.
Los partidos están metidos en guerras intestinas abajo y encima de la mesa. Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto viven enfrentados desde que su líder los nombró “corcholatas”. Por la línea que da el presidente López Obrador, la favorita es Claudia. Para Ebrard no van bien las encuestas porque la línea que establece el tlatoani es respetada por sus seguidores. Adán Augusto está esperanzado en un rompimiento para heredar el puesto de su “hermano” Andrés Manuel.
En el PAN, Marko Cortés mete la pata con la solicitud de que los aspirantes junten un millón de firmas antes de presentarse. Resulta tan ridícula su apuesta que hasta el presunto beneficiario, Santiago Creel dice que él baila cualquier son que le toquen, mientras Lilly Téllez usa toda su capacidad teatral para zumbar a Creel.
Ebrard seguro presentará algo original e inobjetable: podría ser el uso del teléfono celular como instrumento de votación primaria. Según el INEGI, unos 84 millones de personas tenían celular hasta el año 2021. La proyección es llegar a 95 millones de personas con móvil para el 2025. Es probable que este año nos acerquemos a los 90 millones. Una cifra cercana al total del padrón electoral. El 84% de las familias tienen, al menos, un celular.
Con esa penetración, los celulares pueden convertirse en la mejor plataforma para las votaciones primarias en los partidos. Con una aplicación del propio INE, nos podríamos registrar con nuestro correo electrónico, teléfono y el número de credencial de elector. Expertos en informática podrían diseñar el modelo para resguardar la privacidad de los datos y que nadie pudiera identificar la intención de voto de los electores.
Sería una mega encuesta donde los ciudadanos podrían votar anticipadamente por el precandidato que más le guste. El ejercicio debe ser incluyente, es decir, que los ciudadanos pudieran votar en todos los partidos que así lo deseen. Algo más abierto y democrático no puede haber.
Un votante podría escoger a Claudia Sheinbaum de Morena, a Enrique de la Madrid de la coalición Va por México, a Luis Donaldo Colosio de Movimiento Ciudadano, por ejemplo. Con ello se construiría un cuadro de preferencias lo más cercano a la realidad.
El método Ebrard será algo así porque no lo convencen las encuestas del propio partido que pueden estar sesgadas por las preferencias de Palacio, o peor aún, cuchareadas en favor de Claudia desde el principio.
En la coalición Va por México sería mejor aún, porque el ciudadano se convertiría en el actor principal y no los jefes de la cúpula. La mejor muestra es la desorbitada y desaseada idea de Markito Cortés. Que nos den el poder de votar después de grandes debates, de escuchar proyectos e ideas para el futuro. Que nos cuenten con su narrativa el México que quieren construir con nosotros, los ciudadanos.
Por cierto, también podría ayudar mucho a fortalecer la democracia en Guanajuato dentro de Acción Nacional. En lugar de batallas soterradas, de dedazos al puro estilo priista, el ejercicio de la democracia fortalecería al PAN lo suficiente para que no tenga el temor de una equivocación en la selección de su candidata o candidato.
El lunes sabremos qué quiere Ebrard. Hay que estar atentos.