El primer lado soleado de las elecciones del domingo es que las hubo, que la gente votó en paz, que no supimos de fraudes, carruseles o triquiñuelas. Coahuila y el Estado de México supieron de su destino el domingo por la noche.
Alejandra del Moral, la candidata perdedora del Edomex dio cátedra política con la aceptación del resultado y la felicitación a Delfina Gómez. Ella tendrá que ser considerada en el futuro como alguien de mucha valía. Hasta el presidente López Obrador felicitó al priísta Manuel Jiménez, algo que no le habíamos escuchado desde que inició el sexenio.
Cada día queda más lejos la idea peregrina de que México puede convertirse en otra Venezuela. A 11 meses y 23 días de la elección, todo está centrado en los probables candidatos. Aunque el presidente López Obrador dice que no intervendrá en la decisión de su partido, la verdad es que sus palabras y acciones marcaron desde hace mucho tiempo a Claudia Sheinbaum como la más cercana a su corazón.
En la oposición, las cosas no están tan perdidas como algunos dicen. Comentaristas como Joaquín López Dóriga y Ciro Gómez Leyva dan por hecho el triunfo de Morena en el 2024. Desesperados por la falta actual de competitividad de los enlistados en la Alianza por México, perdieron la esperanza (porque son opositores de cuerpo entero). En cambio un análisis más sereno de los números nos dice que no todo está perdido para la Alianza.
Macario Schettino dio una conferencia en el Tec de Monterrey, campus León, donde mostraba con números que Morena no va a ganar. Los resultados de la votación del 2021 marcaban un declive de votos en Morena, a pesar de haber triunfado en la gubernatura de 11 estados.
Mientras estemos discutiendo quién tiene más posibilidades de ganar la presidencia o cómo se puede conformar el nuevo Congreso o quiénes serían los mejores gallos de cada bando, tenemos el viento a nuestro favor. Nadie habla ya de una reelección o de un descarrilamiento total de nuestras instituciones. El Plan B quedó atrás y es altamente improbable que Morena vuelva a tener la mayoría calificada para hacer pedazos nuestra Constitución.
Algo que no sería sorpresa es un cambio de actitud del Presidente, hacia una postura más moderada que dejara de incordiar a la mitad del país que no lo quiere. Dejar de espantar con sus desplantes radicales, le redituaría muchos votos a su favorita. Sabemos que si, por alguna circunstancia especial, Marcelo Ebrard fuera el candidato, Va por México perdería a una parte de la clase media que considera al canciller como una persona moderada que no representa peligro para la nación, ni sería títere de López Obrador. Con la renuncia de Ebrard a la cancillería, se inaugura la competencia abierta en Morena.
Junio y julio serán los meses cruciales. Markito Cortés del PAN, dijo que pondrán reglas el día 26 para la selección de candidato. Si sale con otra vacilada como la del millón de firmas, la Alianza está derrotada. Si, por la presión ciudadana, abren las puertas a una elección primaria entre los aspirantes más calificados, la competencia animará al público e infundirá bríos a la oposición. ¿Quién es el más competitivo de los aspirantes en la Alianza? Esa sola pregunta debe ser la que voten los ciudadanos y no la nomenclatura interna de los partidos.