En las redes sociales circula un grito ciudadano: ¡vayamos por la democracia! Marchemos para que los partidos entiendan que esta vez es con ellos o sin ellos. Una oportunidad que no puede ni debe desaprovechar un candidato como Enrique de la Madrid. No es algo nuevo. Vicente Fox lo hizo en el año 2000. Rebasó primero al PAN para hacerse de la candidatura y luego rebasó al PRI para ganar la contienda y lograr la histórica alternancia. 

¿Quién o quiénes pueden convocar a un verdadero movimiento ciudadano (no el de Dante) para unir la energía de millones con una visión de futuro para el país? Esa pregunta tiene una respuesta. La veremos más pronto de lo imaginado. Al candidato de nuestra preferencia hay que decirle: la mesa está puesta. Nada de que Morena tiene todo escrito, nada de que nuestro destino está amarrado al país de un solo hombre. 

Para ser estadista hay que enamorarse del futuro pero conocer y entender el  presente. Pocos ven con tanta claridad al país como Enrique de la Madrid Cordero. Su experiencia de vida le permitió conocer desde joven la política en México. Como funcionario público tuvo un  desempeño admirable, primero en el Banco de Comercio Exterior y luego en la Secretaría de Turismo, donde promovió el sector para convertirnos en uno de los destinos más importantes del mundo. Por eso luchó tanto para que el aeropuerto de Texcoco no se destruyera. Sabía de la importancia para el desarrollo y la generación de riqueza que significa tener un Hub de clase mundial. El tiempo le dio la razón.

De no haber un cambio radical en las políticas públicas, la bomba económica armada en este sexenio, explotará. Lo dice el primer secretario de Hacienda con López Obrador, Carlos Urzúa. Para desactivarla necesitamos un presidente conocedor y sensato. Nadie mejor que Enrique de la Madrid. Cualquiera  que lo escucha lo comprende porque es claro en sus planteamientos, porque es sencillo al explicarlo y todo hace sentido. Necesitamos vivir en armonía y volver al crecimiento sostenido.  

De la Madrid sabe que el país necesita reglas claras en todo para generar confianza: en la inversión extranjera, el respeto a la ley y la pacificación del país. Él sabe cómo hacer equipo y, sobre todo, entiende la necesidad de la participación de los más competentes. No más barbaridades como la destrucción de infraestructura del aeropuerto y el dispendio en trenes y refinerías que nunca van a redituar. El precio que pagamos por lo que no funciona lo podemos ver en el sector salud, en la educación y en la seguridad pública. 

Como muestra de su talento podemos ver el método que plantea para elegir el candidato de la oposición: debates y más debates, calificados por ciudadanos. Una fiesta política para llenar el espacio de la discusión nacional. Eso hay que hacerlo de inmediato. Los medios pueden ayudar abriendo espacios y atrayendo audiencias. Es cuestión de que los mismos aspirantes organicen ese trabajo con o sin los partidos. Se le puede robar “el fuego a Morena” con creatividad desde ahora. 

Imaginemos que Enrique de la Madrid, Santiago Creel, Beatriz Paredes, Lilly Téllez, José Ángel Gurría y Germán Martínez organizaran su propio debate. Nada de pedir permiso a los pequeños presidentes del PAN y del PRI. Lo podrían hacer en un acuerdo previo para calentar motores. Porque urge verlos, que aparezcan en público y a nivel nacional. 

Antes de julio debe comenzar la fiesta de la democracia. 

 

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