La pasión es el condimento indispensable de la política. Al igual que el deporte, exacerba la percepción de la realidad, aumenta la intensidad de nuestras creencias y hasta transforma nuestro carácter. 

En días recientes vemos lo que pasa a quienes les llega la fiebre del poder y no pueden controlarse, para bien y para mal. Durante el registro de los candidatos de Morena, Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal tuvieron la idea de enviar gritones con la consigna de “¡piso parejo, piso parejo!”. El numerito no estaba contemplado ni la presencia de teléfonos que grabaran los incidentes. 

Todos pudimos ver en una grabación la pasión de Claudia Sheinbaum al descubierto. Fuera de sí, la ex jefa de gobierno reclama al gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, los que asumió eran acarreados de sus adversarios. Los tiburones de largo colmillo le habían puesto una trampa en la que cayó redonda. Después trataría de remendar el hecho apareciendo muy risueña con Durazo. 

Esa misma pasión la volvió a traicionar cuando, mientras se tomaba fotos con seguidoras, apareció una mujer que le reclamaba falta de atención por las desgracias del Metro. Volvió a caer. En un par de escenas desdibujó todo el trabajo que había realizado evitando el rostro seco de antes. 

Xóchilt Gálvez descubrió otro tipo de pasión que la hizo cambiar de parecer en sus aspiraciones. De estar comprometida con la candidatura al gobierno de la CDMX, comprendió que había una pesca más interesante y atractiva en la lucha por la presidencia. 

Todo sucedió cuando advirtió la inmensa atención causada por su reclamo al presidente López Obrador. Dijimos que era ¨la sensación del momento”.

Asediada por seudoperiodistas e insultada por fanáticos del presidente, enfrentó con valor y talento la adversidad para llegar hasta la puerta de Palacio para hacer valer sus derechos. Rodeada por un enjambre de reporteros, avanzó y tocó, volvió a tocar a las 7 de la mañana, cuando López Obrador comienza su conferencia. El silencio de Palacio resonó en todo el país.

No sabemos si Xóchilt tenía la intención de cambiar de carril, pero intuímos que el hecho despertó más pasiones cuando se vio fortalecida por el despecho de AMLO al no permitirle la réplica que había ordenado un juez. En pocos días su nombre corrió por las redes sociales con apoyos que no contemplaba. Xóchitl dice que espera las reglas del juego de los partidos, el método para seleccionar candidato para decidir si va o no va. Sin embargo no puede ocultar que va porque va.

Con un corazón que encierra una X, comenzó su campaña que no creemos vaya a detener porque le gusten las reglas o no. Lo único que puede detenerla es que en el PAN exijan militancia partidista. Una decisión que sepultaría a ese partido. El PAN no puede solo y menos el PRI. Necesitan de un movimiento universal anti 4T. Eso sólo puede provenir de otra pasión incalculable: la del ciudadano.

Esa pasión estuvo presente en las marchas en defensa del INE. Tres o cuatro candidatos como Xóchitl Gálvez, Enrique de la Madrid, Germán Martínez y Lilly Téllez, le pueden descomponer la vida a los partidos o poner las reglas ellos mismos. Tal vez no se hayan dado cuenta de su poder de negociación frente a las insulsas y traicioneras dirigencias del PAN y del PRI.

Pasión y razón, dos ingredientes indispensables para los candidatos de oposición ciudadana. 

 

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