Antes de la formación del “Frente Amplio por México”, en la oposición había desconcierto y desesperanza. Morena iniciaba campañas como la única fuerza en el espacio político. Sus candidatos, escogidos por el gran elector, sonreían. Para ellos, el ganador de sus encuestas sería el sucesor de López Obrador.
En los medios de comunicación los llamados “adversarios” de Palacio, pregonaban con desesperación la debacle de los partidos, la falta de un proyecto y la incompetencia de sus presidentes. En particular Alito Moreno y Marko Cortés.
Joaquín López Dóriga, estaba desatado con comentarios burlones, con grotescos análisis que mostraban un profundo cinismo. Lo mismo pasaba con Ciro Gómez Leyva. Los dos presentadores de mayor influencia perdían la serenidad ante los hechos.
Mientras ellos esparcían cinismo cruel y desesperanza, un grupo de ciudadanos trabajaba en los andamios de una nueva construcción democrática. Entre políticos y miembros de asociaciones civiles se diseñaba lo que hoy se llama Frente Amplio. Cuando lo presentaron el lunes reunieron a los aspirantes de tres partidos y a políticos que dijeron no estar afiliados.
Varios de ellos dijeron que sí de inmediato: Enrique de la Madrid, Santiago Creel, José Ángel Gurría, Beatriz Paredes. La sabiduría de Paredes brilló de inmediato cuando dijo que ningún modelo era perfecto y que ella participa.
Xóchitl Gálvez y Lilly Téllez dijeron que iban a esperar. Xóchitl no tardó mucho en decidir aunque había propuesto algo que no estaba en el plan: facilitar el voto electrónico a partir de un celular para todos aquellos que se registren. Económico y popular; práctico y controlable. Como los organizadores saben la importancia de Xóchitl para la contienda, aceptaron revisar la propuesta. Además la candidata es la única experta en sistemas computacionales.
Ayer Lilly Téllez declinó con un cuestionario de 50 preguntas. Lo hizo a pesar de estar en una muy buena posición en las encuestas. Tal vez la presencia de Xóchitl la hizo pensar dos veces en sus oportunidades reales. Creemos difícil que le concedan el gusto de hacer 50 cambios para que participe.
Pero eso no cambió mucho el cinismo de López Dóriga, quien ponía como trapeador viejo a Jesús Zambrano del PRD, cuestionando todo en tono regañón y cínico. Convertido en juez supremo de la radio, maltrataba sin piedad a su entrevistado el pasado lunes.
Mientras eso pasaba, millones de ciudadanos veían con buenos ojos la apertura inédita de los partidos a la participación, sin colores, sin bandos y con el único afán de lograr el cambio de rumbo en el país.
El martes la esperanza comenzó a mostrarse en el rostro de lo seguidores de Xóchitl Gálvez quien avanzaba vertiginosamente en las redes sociales (lleva más de 5 millones de visualizaciones en Twitter); la esperanza crecía con la presencia de hombres serios, honestos y de bien como Enrique de la Madrid, José Ángel Gurría y la participación siempre ilustrada y sensata de Beatriz Paredes. Santiago Creel sonreía, mientras otro cínico, Damián Zepeda, lloraba su desacuerdo pretextando que el PRI sigue siendo el mismísimo demonio y les iba a comer el mandado.
El presidente López Obrador, el lunes y el martes, con renovado cinismo, volvió a agredir a sus “adversarios”, como líder de pandilla y no como Jefe de Estado. Con sus diatribas partidistas, sus ofensas infundadas y sus mentiras de cajón promete decirnos quién será el candidato de la oposición.
Desconcertadas, sus “corcholatas” comienzan a pelear porque la verdadera “faramalla” está de su lado. Va a ser una larga campaña.