El miércoles Carlos Loret de Mola presentó en su noticiero nocturno un video corto de 51 segundos creado con inteligencia artificial. Xóchitl Gálvez le pide a Claudia Sheinbaum que no le diga que no puede; que le diga india, que le diga terca pero que no le diga que no puede y muestra lo que ha podido desde su origen de pobreza.
Según el guion, amigos de Xóchitl lo crearon. Es una maravilla de ilustración con vehículos y flores imaginados dentro de una máquina que aprendió a traducir palabras e ideas en imágenes mediante alguna aplicación de IA.
Cuando la mostré en casa despertó emociones de nudo de garganta: empatía, simpatía, reconocimiento y una alegría compartida con el rostro fijo y artificial de la precandidata del Frente Amplio. En la redacción tuvimos una discusión sobre todo lo que puede venir en las campañas -todo lo peligroso- con la fabricación de contenidos llamados “Deep Fake”.
Pero si un arreglo digital de “falso profundo” hace que la audiencia tenga sentimientos y sensaciones imaginarias emotivas, ¿cuál sería el problema moral o político en presentarlas? En el video se ve la imagen de una niña que convirtió la adversidad en oportunidad y fue creciendo hasta transformarse en la imagen de Xóchitl. Desde el juicio de la narrativa política, logra su objetivo.
Cuando iniciaba el sexenio, Gustavo Madero comentó que el problema de la oposición en contra de Morena era una narrativa inexistente. Para derrotar al partido en el poder había que tener una gran historia que contar.
Los “amigos” de Xóchitl la encontraron y la van a explotar una y mil veces. La historia -casi de telenovela- de la niña de origen indígena que vende gelatinas para sacar a su familia adelante; que sale de su pueblo para llegar a la UNAM y se gradúa en ingeniería y crear una empresa próspera y dedicar parte de su tiempo y dinero a rescatar a niños con hambre y participar con Fox para apoyar a los pueblos indígenas para luego convertirse en alcaldesa de una delegación y después senadora de la República para luego llegar a la presidencia, es una narrativa que Netflix compraría sin pensarlo más de un minuto.
La novedosa arma de la inteligencia artificial será usada por todos, pero la hidalguense lleva ventaja porque su mundo giró alrededor de la tecnología desde que salió de la UNAM. Sus “amigos” podrían generar toda la historia completa; recrearla desde su pueblo hasta el momento en que toca la puerta de Palacio y convertirla en un serial para Youtube, Tiktok e Instagram.
Mientras Claudia Sheinbaum se desgañita frente a miles de acarreados, sin un lenguaje propio y sin ideas originales, a los 100 millones de celulares que hay en el país puede llegar la historia de una mujer fuera de serie. La narrativa se parece a esa que escuchamos toda la vida en todas las escuelas y en todos los discursos: la de Benito Juárez. El hombre de origen indígena que nos transformó en república .
El mensaje puede llegar narrado en podcasts, novelado en episodios al tiempo que avanza la campaña. Nuestras telenovelas llegaron a Rusia, Europa del Este y a toda Latinoamérica. Lo que están haciendo los “amigos” de Xóchitl es adelantar la historia, soñar la historia para sembrarla en el subconsciente de los electores.
Detrás de ellos seguro están los más picudos, competentes y creativos asesores. La propia candidata esconde tras su lenguaje procaz su y apariencia sencilla, la potencia intelectual de quien se abrió camino gracias a su capacidad en matemáticas, primero, y luego en las ciencias y tecnologías de la información. Su historia ahora es la más conocida.