Por: Armando Fuentes.
Don Andrés Henestrosa, hombre que a la sabiduría juntaba la bondad, escribió una bella frase: “Cada ser humano lleva consigo un resplandor”. En efecto: a todos -incluso a mí- nos ha sido dada alguna cualidad. Es una pena que algunos la usemos para exclusivo beneficio nuestro, sin dar nada de nosotros a aquéllos con quienes compartimos la aventura -la ventura- de vivir. Más triste aún es que haya quienes empleen el don que recibieron: la fuerza corporal, la destreza, el valor, para hacer daño a su prójimo, con lo cual, sin saberlo, se dañan a sí mismos. Pero advierto que estoy pontificando. El diablo metido a predicador. Sirva lo dicho como limen a la historia que en seguida narraré. Permítanme nada más un momentito: voy a ver qué es eso de “limen”. Es la introducción a un tema. Se diría que el escribidor quiere mostrarse pródigo en palabras, ya que es exiguo en hechos. A lo que voy es a contar lo que le sucedió a Tellito. “Tellito” es diminutivo de Eleuterio. Sus amigos lo invitaron a un rodeo en el que habría monta de toros, caballos y yeguas brutas. (He aquí una más de las incontables muestras de discriminación por género. Del caballo se dice “el noble bruto”; la yegua es solamente bruta. Yo tengo una en el Potrero llamada la Pompeya, porque está hecha una ruina, y aun así es más inteligente que todos los caballos del rancho. Sin habérselo enseñado se abre de manos y patas para que el estribo me quede más abajo y pueda yo subir a la silla con mayor facilidad. Ninguno de los cabrones nobles brutos me guarda esa consideración). El caso es que Tellito jamás había ido a un rodeo, y nunca había montado a un animal de los citados, y ni siquiera a un caballito de carrusel. Aun así sus amigos lo animaron a jinetear un toro salvaje, el Matalón, así llamado por su fiereza y peligrosidad. “Tienes piernas de jinete” -le dijeron. Tellito se resistía: su instinto de conservación lo incitaba a la prudencia. Pero uno de sus compañeros le advirtió: “La Chabela te está viendo”. Eso perdió a Tellito. Qué bien dijo el gran diestro Luis Miguel Dominguín: “Si no hubiera mujeres en el tendido los toreros no nos arrimaríamos”. Deseoso de impresionar a Chabelita, que tenía en él los ojos puestos, Tellito fue con los organizadores del rodeo y les dijo que él le montaría al Matalón. Le preguntaron si tenía hecho testamento, y a quién deberían avisarle en caso de muerte, lo cual hizo dudar un punto a Eleuterio. Vio, sin embargo, que la muchacha le estaba aplaudiendo, de modo que contestó afirmativamente, tras de lo cual trepó a la infame bestia. Nunca lo hubiera hecho. Tan pronto soltaron al toro éste derribó a Tellito en menos de dos segundos, y no contento con eso le dio varios topetazos y le pasó repetidas veces por encima, de modo que lo dejó tirado todo maltrecho, cubierto de arena y caca de animales y dolorido tanto de cuerpo como de alma. Así caído, echando boñiga, tierra y sangre por la boca, dijo Tellito para sí: “¡Ah cómo son pendejos mis amigos! ¡Que dizque tengo piernas de jinete!”. Cambiando todo lo que haya que cambiar, y suprimiendo cualquier adjetivo denostoso, pienso que se equivocan quienes creen que pueden hacer frente como candidato o candidata de la oposición a cualquiera de las corcholatas de AMLO. La única que tiene posibilidad de competir contra ellas, y con grandes posibilidades de vencer a la elegida o elegido por el dedito del autócrata, es Xóchitl Gálvez. Las y los demás deberían hacer frente común y apoyarla. Así ayudarían a librar a México de caer en un maximato que agravaría los muchos males que ahora sufre. Eso sería lo mejor que a nuestro país le podría suceder. FIN.