(Segunda parte)

Cuando el Presidente hablaba de “cretinos” que no pagaban impuestos, se refería a “los grandes”. Una clara advertencia a Ricardo Salinas Pliego quien abrió la puerta a los (buenos) demonios de la libertad en su televisora Azteca. 

En Acapulco un ciudadano enfurecido le “mentó” la madre a AMLO. La noticia fue que TV Azteca la difundió, algo que nunca había hecho desde que el gobierno le vendió sus canales en la época de Carlos Salinas de Gortari, desde que Raúl Salinas de Gortari cruzó un cheque por 30 millones de dólares a favor de la empresa sin mediar explicación. 

La amistad con el Tío Richi quedó dañada. López Obrador dice que no va Acapulco a las colonias populares porque los dueños de las televisoras enviarán gritones con más insultos. No creemos que Salinas Pliego o Emilio Azcárraga necesiten llevar paleros, con los problemas del puerto, sobran rebeldes.  

En sus redes, Salinas Pliego despotrica contra los impuestos, contra los gobiernícolas. Algo que suena extraño después de 30 años de explotar una concesión que el gobierno le vendió. Su tesis es la respuesta del problema que tiene por una presunta deuda de 26 mil millones de pesos. El equivalente al 13% de su fortuna.

Salinas está equivocado al decir que los gobiernos roban a los ciudadanos cuando cobran impuestos. Los países más desarrollados, educados, prósperos y felices, son los que tienen un erario fuerte para invertir, los que cobran más impuestos. Es sencillo: las naciones necesitan infraestructura, educación, salud y seguridad. 

En Islandia y en los países nórdicos la educación pública es de calidad. Finlandia tiene la mejor y nadie piensa en llevar a sus hijos a escuelas privadas. Igual sucede con la salud pública en Dinamarca, que cubre a toda la población, o en Canadá, Australia, Nueva Zelanda y el Reino Unido.

El problema de los “cretinos” en México es que se encuentran en los grandes contribuyentes al igual que en los grandes funcionarios públicos como Enrique Peña Nieto,  Manuel Bartlett o Adán Augusto López, personajes inmensamente ricos a partir del poder. Hoy gozan de una perfecta impunidad. Eso desanima.

Al ver la corrupción de Segalmex donde se robaron 15 mil millones; al ver los cientos de miles de millones de pesos de obras y compras asignados a discreción y entre “cuates”, a nadie le queda el gusto por tributar. Y si nos vamos a las clases medias de las que forma parte la familia López Obrador, vemos que tampoco han sido claros en su forma de vida, en sus ingresos personales. Un funcionario de alto nivel de la pasada administración aseguraba que los hijos del hoy mandatario ni siquiera estaban listados en el registro nacional de contribuyentes antes del 2018. 

José Ángel Gurría, el mexicano más preparado en asuntos de presupuesto y gasto público, dice que es indispensable una reforma tributaria para que el país pueda crecer. Al contrario de lo que asegura Salinas Pliego, el gobierno necesita más impuestos. Somos uno de los países que menos recauda a pesar de que las tasas son muy altas. 

Otro enemigo para el desarrollo es el efectivo, algo que pronto desaparecerá en sociedades desarrolladas. La “trazabilidad” del dinero está en el futuro, es algo inevitable si queremos avanzar. 

**El voto de los jóvenes marcará el destino**

(Continuará)

 

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