¿No es prodigioso poder vibrar con las palabras de alguien que lleva muerto un siglo, por ejemplo? Cuánta esperanza hay en el acto de leer. La esperanza de poder entender a otro ser humano. De sumarte a su fugaz trayecto por la vida”.
Rosa Montero
Hay días en que, al rumiar temas para escribir, se vuelven un reto con todo lo que sucede en nuestra vida política. El domingo, por ejemplo, está el tema del flaco favor que hace el ex presidente Vicente Fox a la campaña de Xóchitl Gálvez con sus dislates. La idea era tratar el tema y preguntar: ¿Qué se puede hacer para saber que el ayer no es el hoy ni el mañana?
Otro tema, que quedará en el cuaderno de apuntes para otro día es la campaña abierta para poner en duda la capacidad de la candidata del Frente y su competitividad. El apunte en resumen era sencillo: Xóchitl puede ganar, ni duda cabe.
Al leer que arranca la FIL en Guadalajara el humor mejora de inmediato. Llega la fiesta de la literatura al país, la juguetería más grande del mundo para quienes quisiéramos pasar buena parte de lo que nos queda de vida perdidos entre libros. Cada año son descubrimientos e ilusiones. Los descubrimientos de nuevos autores, o nuevas novelas de viejos autores. Es ilusión querer leerlos a todos cuando sabemos que es imposible.
A Rosa Montero la había leído esporádicamente en El País, la reportera convertida en mujer de letras publicó hace una docena de años un libro llamado “El amor de mi vida”. Título sugerente que desde lejos podemos intuir como un buen culebrón, una historia de pasiones, encuentros y desencuentros, como el infinito mundo de la vida amorosa.
Pero el amor de Rosa no es único ni irrepetible, es uno del que gozamos y sufrimos quienes adoramos los libros. Digo que gozamos porque hay experiencias vitales incomparables dentro de una novela como La Guerra y la Paz, de León Tolstoi. Hay angustia porque el tiempo no alcanza para leer Los Hermanos Karamazov, de Dostoievski o llegar al punto final de En busca del tiempo perdido, de Proust.
En el cuaderno de pendientes por fin pude apuntar a Haruki Murakami con su novela Norwegian Wood (Tokio Blues), un libro que nos regresa medio siglo al tiempo de los Beatles visto desde la cultura y la juventud de un joven japonés. De la buena literatura inglesa surge Hamnet, de Maggie O´Farrell, una novela con un lenguaje extraordinario sobre la muerte del hijo de William Shakespeare. Es como si leyéramos al bardo en prosa. Eso imaginé.
Rosa Montero, a quien la tengo en una lista larga de pendientes, en su Amor de la vida nos adentra en la maravilla de la literatura contada con pinceladas profundas en obras de Joseph Conrad, Orhan Pamuk, Vladimir Nabokov, Thomas Mann y tres docenas de autores imperdibles, desde los griegos hasta J.K. Rowling de Harry Potter.
La FIL también hace recordar el fracaso que tuvo el entonces candidato Enrique Peña Nieto, cuando le preguntaron cuáles eran los libros que más le habían gustado. En la supina ignorancia del priista, sólo atinó a citar La Biblia y perdió la brújula con dos obras mal recordadas y probablemente nunca leídas.
Ahora sabemos que Claudia Sheinbaum prefirió la prudencia de no aparecer en el evento para no meter la pata. Xóchitl ahí estará.
**Lee para que sepas lo importante que es votar, pero, aunque no leas, vota**