Cuando las mismas ideas y palabras se usan todos los días y las repetimos durante meses y años, sufren el mismo desgaste que cualquier otro objeto. Empiezan a sonar huecas, opacas y monótonas. Llega el momento en que no las escuchamos.
Después de 5 años de repetir las mismas ideas y palabras durante la mañanera, amanece el día en que son un sofá roto; una prenda que se rasga bajo el menor tirón. Eso pasó ayer en la mañanera cuando una reportera de verdad confronta al presidente López Obrador con la realidad.
Podríamos enlistar las frases convertidas en lugar común. “No somos como los otros, la corrupción terminó, el país está más seguro, hay medicinas, la mafia del poder…”. Y muchas más que serán la marca de la 4T cuando la historia haga cuentas.
La joven reportera Reyna Haydee Ramírez tuvo el valor de preguntar al mandatario por la inseguridad pública en el país. Como buena periodista, respondía con más ejemplos y más preguntas cuando el presidente se escabullía con sus lugares comunes, hasta que llegó a un punto álgido. El presidente decía: estamos mejor que antes y la mayoría de la población tiene esa opinión. Haydee lo contradijo haciendo referencia a los propios datos del gobierno y a la sensación que impera en la mayor parte de las ciudades.
Tuvo un argumento fulminante: en Sonora y en otros lugares del país la población, desprotegida por el estado, recurre a la delincuencia organizada para pedir justicia. El Estado no existe en varias entidades.
El presidente, molesto, argumentó que él era el único mandatario que se reunía a las 6 de la mañana todos los días de lunes a viernes para dar seguimiento a la seguridad en el país. Representando las inquietudes de su audiencia y la opinión de los ciudadanos, Haydee le dijo a López Obrador que eso no parecía servir de mucho.
De inmediato el presidente, como toro herido, se fue a las tablas -como dicen los taurinos- y acudió a una reportera de casa, de esas que son adoratrices más que periodistas para que lo defendiera. Mostró también el odio que le tiene a Carlos Loret de Mola. Volvió a llamarlo “corrupto”, volvió a decir que la riqueza de Loret era mayor que la suya.
Pidió a Loret probar que su hijo se había beneficiado con los contratos de compra de medicinas en Quintana Roo; lo más interesante, pidió que Loret fuera a su mañanera. Un riesgo que jamás había tomado. Pocos han sido quienes se atreven a discutir y contradecir al jefe mañanero. No dudamos que Loret le tome la palabra. Sería el primer encuentro duro con el principal crítico del sexenio, el más feroz y deliberado. Sería un match más que una entrevista, donde a López Obrador lo tendrían que preparar con muchos “sparrings” de la política.
El riesgo para Palacio es que Loret saque de la manga algo incontestable. Si dice que tiene 40 horas de grabaciones de la corrupción de la alta burocracia militar, política y familiar, podría darle un descontón al mandatario. Creo que por eso no lo han invitado como no lo hicieron con Xóchitl Gálvez cuando pidió derecho de réplica.
**Voto, luego existo** dijo Renato Descartes. No, perdón, no dijo eso, dijo: “Pienso, luego existo”, pero hoy modernizamos al racional Renato.