La orden parecía una broma del Instituto Estatal Electoral, algo sacado de un grotesco manual de lo absurdo. Los panistas Marko Cortés y Diego Sinhue Rodríguez se atrevieron a decir que Morena tenía perdida la elección con Alma Alcaraz. Que lo dijeran, no es extraño, lo raro sería que dijeran lo contrario, que Alma, su contrincante, ganaría la elección.
A la candidata de Morena no le gustó el tema y acusó a los políticos varones de violencia política de género. Rauda la burocracia ordenó a todos los medios impresos y digitales – a la mano- que “bajaran” de sus sitios en internet las horrendas declaraciones de Mark&Diego. Por ningún motivo debían circular entre los seguidores y adversarios de Acción Nacional.
Hasta dónde sabemos, la tarea de los medios es registrar los hechos, las declaraciones y opiniones de tirios y troyanos, de fifís y chairos, de buenos y malos, de tontos e inteligentes.
Sin embargo, decir que una candidata no tiene oportunidades de ganar (aunque las tenga) pareciera una infamia de primer grado según nuestras leyes electorales.
El problema nace con la piel sensible de la candidata (por favor no me vayan a censurar esta opinión, no se trata de género sino de personas). Alma es una gran persona según la conocimos como diputada estudiosa y opositora preparada. Pero ¿qué espera la candidata?
El presidente de la República, López Obrador y el presidente de Morena, Mario Delgado, se la pasan diciendo todo el día que la “señora” de enfrente no puede ganar, que la manipulan los empresarios, que bla, bla, bla. Los ataques desde el poder de Palacio en cadena nacional y a todo color durante la mañanera, no tienen nada que ver con las provincianas palabras de los panistas engallados.
Al INE le han encargado una tarea de policía electoral imposible de cumplir. Si se ajustaran a la ley, Claudia, Xóchitl, Sheffield, Libia, Alma y la mayoría de los candidatos que se dicen precandidatos, deberían estar fuera de la contienda. Todos han roto la ley flagrantemente y a la vista de todos, con espectaculares, videos, memes, promoción y propaganda en redes sociales. Mientras las campañas crecían, el INE se hacía chiquito chiquito.
Supuestamente el INE debe vigilar la equidad en las campañas y en los medios. Algo absurdo. Supongamos que un medio escoge candidato o filiación política. Uno le va al rojo y el otro al colorado. ¿Quién puede prohibir el partidismo en los medios privados?¿Quién puede siquiera medir lo que sucede en X, Facebook, Instagram, Whatsapp o vigilar a la radio y la televisión para que “haya equidad”?
En YouTube vemos el partidismo extremo de Latinus, Atypical TV y de docenas de influencers que tienen preferencias y las promueven. No nos imaginamos al INE pidiendo a YouTube, X y otras plataformas que borren las declaraciones de Mark&Diego. El lunes circuló en redes una declaración dura de Xóchitl contra el presidente por el abandono a Texcaltitlán. El video circuló. Cientos, o miles de fans de la candidata reenvían el mensaje y el tema se hace viral. ¿Con qué vacuna puede el INE inocular el deseo de los ciudadanos de comunicar y promover sus preferencias electorales?
Pero el INE no es el culpable, sino el Congreso que legisla esa misión imposible. Alma perdió puntos con los periodistas a quienes multarán si no hacen lo que nadie hace en un país democrático: borrar la historia y censurar las palabras del contrincante.
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