En México cada 6 de 10 ciudadanos mayores de 18 años no se sienten seguros en su ciudad. Ese es el promedio general del país. La varianza entre estados, ciudades y regiones es enorme. Hay estados con ciudades donde la gente se siente más segura como Yucatán o Coahuila. 

En el reporte del INEGI llamado Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) dice que se visitaron 27 mil viviendas. Una muestra bastante amplia en 75 ciudades de los 32 estados. Hay datos sorprendentes. La ciudad con la mayor sensación de seguridad es Benito Juárez en la CDMX donde sólo el 15% de los habitantes no sienten seguridad. Quienes viven en el municipio gobernado por el candidato del PAN al gobierno de la capital, Santiago Taboada, son los más afortunados. 

¿Por qué hay una diferencia tan grande con Iztapalapa, Álvaro Obregón y otros municipios de la capital que rondan el promedio nacional del 60%? ¿Depende de los alcaldes o del gobierno de la CDMX?

En Jalisco los municipios de Guadalajara y Zapopan tienen en promedio un 74% de ciudadanos con sensación de inseguridad y Puerto Vallarta apenas el 19%. ¿Hay ciudades con una “Pax narca” como Tampico con el 24% mientras en Reynosa llega al 77%, en Tamaulipas?

Una azafata de United Airlines comentaba que se sentía más segura en León (79%), Aguascalientes (32%) y Querétaro (47%)  que en Tampico. Aunque es sólo un dato anecdótico y sin valor estadístico, podemos decir que hay lugares que nos causan miedo. El problema es que la sensación de inseguridad puede tener variaciones estacionales o que no están directamente correlacionadas con la criminalidad. En León, cuando subieron más los homicidios dolosos, bajó unos 5 puntos porcentuales esa sensación, del 84% al 79%. 

Los datos del INEGI son invaluables si se llevan con su tradicional rigor estadístico. Es un gran esfuerzo que demuestra -aún- la autonomía de la institución. Su independencia es muy importante para la vida nacional. En Guanajuato, cuando gobernaba Miguel Márquez, en 2017 la estadística estatal de homicidios dolosos fue de poco más de 1400 asesinatos. En AM contabilizamos 2200. Sólo cuando tuvimos las estadísticas de criminalidad del INEGI – que coincidían con nuestro conteo- pudimos constatar que el estado ocultaba asesinatos.

De aquí brincamos a la importancia que tienen los organismos autónomos como el Instituto Nacional Electoral, el Instituto Nacional de Acceso a la Información, el Banco de México y otros organismos que no pueden ni deben ser manipulados al gusto del gobernante. Con el pretexto de que “cuestan mucho”, el presidente López Obrador quiere desaparecerlos para que vivamos en la oscuridad. El precio que pagamos por la información sin adulterar, por ver los datos del país como son y no como los pintan, es invaluable.

La seguridad, la inflación, el crecimiento, los censos y miles de datos más son registrados y preservados por el INEGI. Ahí tienen el mapa y la brújula del destino. Dónde estamos y a dónde vamos. 

El tema principal de la campaña presidencial, de estados y municipios es la seguridad, la violencia y la criminalidad. Hay datos muy interesantes: el 70% de la gente se siente insegura en un cajero automático, lo mismo que en el transporte público. Acapulco ni siquiera pudo ser encuestado por el huracán y en Quintana Roo vemos que se puede perder el atractivo de Cancún por la violencia.  Es fácil acceder a la información con una simple búsqueda en Google ENSU INEGI. 

**El voto no es una estadística, es poder**

 

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