Si Morena escogió como candidata para León a Bárbara Botello, debió ser bajo algún tipo de justificación estadística, alguna encuesta con posibilidad de avance, pero no es así. Según datos de varios sondeos, la exalcaldesa aparece como la más conocida. Aparte de ella no hay morenistas famosos en la ciudad porque el partido es joven, León es la ciudad más panista del mundo y en la alternancia del 2012 no nos fue bien.

Hace 12 años, la candidata del PRI tenía el mejor posicionamiento en las encuestas, incluso al nivel del propio Juan Ignacio Torres Landa (q.e.p.d), quien competía para la gubernatura. Su lucha contra el dispendio y la corrupción de Juan Manuel Oliva la ubicaba en el mejor de los lugares (algún día habrá tiempo y espacio para narrar cómo y cuándo se decidió su candidatura y por qué).

La apuesta fue acertada, el PRI con Bárbara ganó con buen margen la joya de la corona panista. En mucho ayudó una campaña bien hecha y también una mala estrategia de Miguel Salim del PAN. Aprendieron que los puestos de elección popular nunca están escriturados.

La ilusión de la llegada de Bárbara al poder era grande. Tendría el apoyo del presidente Enrique Peña Nieto, de la ciudadanía que había confiado en la alternancia y en una mujer de empuje y determinación. En la mira estaba la gubernatura si cumplía en renovar el gobierno municipal con transparencia, honestidad y buenas obras.

Vino la gran inversión en obra pública apoyada por la Federación, sin embargo, el río comenzó a sonar metálico. La contraloría a cargo de Alberto Padilla notó pagos extraordinarios por muchos millones de pesos por supuestos servicios que prestaban  nombres y ubicaciones tan absurdas como el de una lonchería de Los Reyes, Estado de México. Era solo el comienzo.

El propio Aurelio Martínez (“Chachis”), quien ahora también milita en Morena, desde el propio ayuntamiento, denunció un contrato de arrendamiento de automóviles a precios desorbitados. La obra pública se concursaba en carrusel (una vieja maña en la que los constructores se ponen de acuerdo con las autoridades para acordar presupuestos antes de concursos importantes).

Hay demasiados recuerdos para enumerarlos aquí, pero basta decir que la administración comenzó a exudar corrupción por todos los poros, en todas las dependencias. Cuando lo notamos y corroboramos, le pedimos una explicación pública a Bárbara. No hubo respuesta. Todo eran cuentos, evasivas y pretextos.

A medio trienio apretamos el paso y expusimos todos los desvíos, moches, obras infladas y programas peregrinos para lucrar con el presupuesto municipal. La respuesta fue, de nueva cuenta, la cancelación de la pauta publicitaria como intento de someter nuestra palabra. Eso mismo que había hecho Juan Manuel Oliva cuando publicamos sus tropelías.

¿Pero cómo, si en AM habíamos dado apertura al cambio e incluso publicamos en nuestras páginas de opinión columnas escritas por la propia candidata? ¿Pero cómo? La respuesta es sencilla: primero es León, primero nuestros lectores.

Por fortuna, la mayoría de los alcaldes de la ciudad habían sido gente limpia, promotores del desarrollo, con ayuntamientos probos que incluso en una época no cobraban su participación cívica. Eso se rompió. Hay mucho que contar.

Morena envía a Bárbara a sabiendas de que tiene los números más negativos: 3 o 4 negativos por uno positivo. La gran mayoría de los electores, porque conocieron su administración, no votaría a su favor a pesar del crecimiento espumoso de ese partido. 

**Vota para no ser cómplice por silencio**

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