Tim Golden es un reportero sólido, ganador de dos premios Pulitzer, sin una agenda política personal y con muy buenas conexiones con fuentes del gobierno de los Estados Unidos. Su reportaje en el portal independiente ProPublica, sobre la presunta entrega de recursos del Cártel de Sinaloa a la campaña de López Obrador es toda una historia.

El reportaje tiene 6 mil palabras, suficientes para una narración de un pequeño thriller de suspenso, con hechos, fechas y personajes. La acusación principal es: Nico, el exchofer del presidente López Obrador, recibió casi dos millones de dólares del Cártel de Sinaloa para su campaña del 2006. A cambio, si el candidato ganaba la contienda, daría libertad de operación a dicha organización criminal.

El presidente dice que es una calumnia, que es parte de la guerra política que se avecina en los Estados Unidos y que el reportero es un amanuense de intereses ocultos. Un thriller es ficción y los datos que personajes de la DEA entregaron a Golden pueden ser o no pura ficción. En Estados Unidos otorgan beneficios a los maleantes que huyen de sus jefes o son capturados por la agencia antidrogas para que den información detallada de quiénes están metidos en el tráfico de drogas desde el gobierno mexicano; quiénes son sus socios y cómo funcionan las propias organizaciones criminales.

El problema es que pueden inventar un montón de cosas para recibir los mencionados beneficios. La historia que incriminaba al general Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional, era un verdadero cuento, tal vez por eso el presidente pudo negociar con el Departamento de Estado su liberación y posterior repatriación.

El problema que trasciende la presunta participación del narco en la política es lo que vemos y viven en zonas del país como Tamaulipas, Sinaloa, Guerrero y Jalisco: un crecimiento en la actividad del crimen organizado con una paciencia increíble del Ejército, la Guardia Nacional y las policías locales.

El tono político del sexenio se parece al mantra del liberalismo económico más puro “dejar hacer, dejar pasar”. Cuando el presidente repite muchos viajes a Badiraguato, la cuna del Cártel de Sinaloa y saluda a la madre del Chapo, el sospechosismo de los mexicanos advierte que “por algo será”. Cuando ofrece abrazos y no balazos, da mucho que pensar.

Cuando en Tamaulipas, Sergio Carmona, uno de los huachicoleros más poderosos facilita recursos a Morena para su movilidad y luego es asesinado en Nuevo León, cuando el fiscal tamaulipeco local solicita “la cooperación” del CO; cuando la alcaldesa de Chilpancingo se reúne con jefes criminales y no pasa nada, sabemos que la infiltración del dinero y el poder del CO está asociado con muchos políticos. Incluso cuando el presidente dice que los malos se portaron bien en la elección del 2021, sospechamos que ayudaron a su partido.

El thriller de Golden también es un mensaje del gobierno norteamericano, el enojo del presidente ante la “calumnia” no debe ser tanto por una acusación que no es firme ni tiene la contundencia necesaria para desestabilizar. Esta es la primera muestra de presiones que vendrán sobre su gobierno para alejar, en lo posible, la inyección de dinero sucio a las campañas.

En ese tema el INE es un inválido. Mientras persigue a medios nacionales y locales por lo que publican o las entrevistas que realizan, el dinero fluye bajo la mesa en los partidos. La forma en que lo advertimos es en espectaculares, acarreos con dádivas y dinero para la operación de las campañas que es imposible contabilizar. 

**Vota libre porque tu voto vale más que cualquier dinero**

RSV

 

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