Una letra cambia el sentido de todo lo que nos inculcaron desde niños en la narrativa oficial: “El petróleo debe cuidarse como un bien soberano, como sustancia misma de nuestra nacionalidad”. Absurdo.

El petróleo, como todos los bienes naturales del país, es uno más de los instrumentos que tuvimos para lograr el desarrollo. A 86 años de su nacionalización no es ni el presente ni el futuro del crecimiento económico. Hoy Pemex, el monopolio estatal que lo administra, está en quiebra y el país tiene déficit de energía; importamos más de lo que exportamos. Las deudas se apilan cada día más y más pronto que tarde su deuda tendrá que convertirse en deuda soberana, es decir, deuda de todos. 

Xóchitl Gálvez y su equipo, quieren retirar la p de Pemex. Eso abre un mundo de posibilidades para la empresa que debe transformarse en una entidad administrada como lo son la mayoría de las empresas de energía del mundo. En pocos años produciremos más energía con el sol y el viento que con carbón, gas, petróleo y el terrible combustóleo. Esperemos que para entonces no tengamos un gobierno populista autoritario que quiera nacionalizar el sol que llega a nuestros techos y el viento que pasa por nuestras ventanas. 

Energía Mexicana, S.A de C.V. es el único camino para sacar del subsuelo la riqueza que aún nos queda de gas y petróleo; es la fórmula para introducir medidas de productividad a una empresa cuyos accionistas somos todos mexicanos. Hay muchos ejemplos de éxitos y fracasos de países con petróleo y sin él. 

Noruega, el pequeño país nórdico, supo administrar su riqueza del Mar del Norte, lo hizo con una empresa estatal, dirigida como negocio y no como apéndice del gobierno. Para los 4.5 millones de noruegos, tener un fondo soberano de 1.5 billones de dólares (el equivalente al PIB anual de México) invertido para el futuro, significa la seguridad de sus pensiones hasta el final del Siglo XXI. 

Como la economía de Noruega reventaría si invirtieran ese dinero dentro de su país, dispersan ese patrimonio en empresas de todo el mundo. Miles de negocios de todas partes trabajan para ellos. Pero siguen sacando petróleo aunque cada día usan menos. Noruega es la nación con mayor electrificación del transporte. Los subsidios a los autos eléctricos hacen que resulte caro comprar uno de gasolina o diesel. 

El otro extremo es Venezuela, el país latinoamericano con mayores reservas probadas de gas y petróleo. Debido al populismo de Hugo Chávez y luego el de Maduro, Venezuela vive en la pobreza. Corrieron a las empresas petroleras que inyectaban y proveían de impuestos al gobierno; nacionalizaron todo lo que pudieron, impidiendo la reinversión y la atracción de nuevas empresas. El socialismo tropical populista dio al traste con todo. El autoritarismo respaldado por los militares impide la prosperidad en un país que llegó a tener la inflación más grande registrada en Latinoamérica con el 130,000% en el 2018. 

México está en medio. El petróleo nos sirvió para sostener hasta el 40% del gasto público con la llamada renta petrolera; también sirvió para generar la empresa más corrupta e improductiva del país. Ahora las remesas son más importantes para nuestra balanza comercial que la exportación de hidrocarburos. Nuestro presente y futuro está definido por el libre comercio  de México que diseñara Carlos Salinas de Gortari de hace 30 años. (Continuará)

**Tu voto es soberano, no lo vendas**

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