Cuando la discusión nacional y local está impregnada de conflictos, inseguridad y crispación, la mayoría de la gente y las empresas siguen con sus afanes diarios en busca de crecer y mejorar.

Un ejemplo es el Banco del Bajío (BanBajio), que, por estar en Bolsa y ser una entidad regulada, reporta trimestralmente sus resultados. La noticia es que genera una alta rentabilidad con dividendos consistentes año con año. La empresa de origen leonés es la única local listada en la Bolsa de Valores.

Algunos datos de su reporte financiero del 2023 indican que obtuvo utilidades netas por más de 11 mil millones de pesos (después de ISR). Una rentabilidad notable sobre un capital que ronda los 40 mil millones. Son muy pocos los negocios reportan utilidades del 25% sobre el capital después de impuestos.

Detrás de la extraordinaria gestión del negocio está la mano firme del visionario Salvador Oñate Ascencio, un empresario que a lo largo de los años vio crecer empresas de gas, automóviles, hoteles y ahora BanBajío. De ser un banco que inició con un capital de unos 10 millones de dólares, hoy compite con los grandes de antes. Basta decir que su cartera es de un cuarto de billón de pesos. Sus dos directores, primero Carlos de la Cerda y ahora Edgardo del Rincón han tenido la responsabilidad del éxito. Salvador Oñate Barrón, presidente del Consejo, es el responsable del futuro.

La intermediación financiera hace posible la generación y el crecimiento de empresas, proyectos privados y públicos, motores del empleo. También ayuda al consumo que a su vez mueve la economía. Si BanBajío generó esos 11 mil millones de utilidad, quiere decir que debajo de su sombra hubo cientos de negocios que pudieron pagar lo que facturó y ganó el banco y más.

BanBajío cuenta con 5 mil 300 empleados y opera en casi todo el país. Para sus accionistas fue el mejor de los años porque repartirán 6 mil 600 millones en dividendos, el 60% de su utilidad. Serán cientos los socios que verán con gratitud la buena marcha de su empresa y, más aún, el reparto de ganancias. Muchos de ellos son de la región. Eso significa una buena derrama de recursos que podrán ser reinvertidos de nueva cuenta. 

Uno de los dilemas de cualquier empresa siempre será, cuánto de sus utilidades reinvertir, cuánto dedicar a diversificación y cuánto repartir. Algún amigo platicaba del gran proyecto que tenía BanBajío de construir el edificio empresarial más alto y bello de la región. Tendría la modernidad necesaria para sus operaciones y sería, porqué no decirlo, la materialización del éxito obtenido a lo largo de tres décadas.

Cuando abrió su actual sede en la avenida Manuel Clouthier, impresionó a empleados y clientes, sin esa instalación y el desarrollo de sucursales no hubiera obtenido los resultados de hoy. Pero los retos futuros son distintos, como decía el gran Yogi Berra: “el futuro ya no es como antes”. 

Aunque la magia bancaria seguirá dependiendo de la comprensión de los negocios (de otros), la banca digital brinda oportunidades increíbles. 

El nuevo banco está en el teléfono móvil del cliente. La eficiencia de las transferencias redujo el uso de cheques con ahorros importantes (85%) para empresas y bancos. En un futuro el uso de efectivo tendrá que desaparecer como sucede en los países avanzados. Después de la fortaleza en recursos humanos, la banca tendrá que invertir en sistemas, inteligencia artificial y nuevos productos. Bueno, eso es lo que supongo porque no lo sé, es sólo especulación. 

 

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