El poder no se crea ni se destruye, pero siempre cambia de manos. 

Como se ven las cosas desde la tribuna, Diego Sinhue Rodríguez quiere terminar el sexenio a tambor batiente, como dicen los cronistas deportivos. El problema es que los días son cortos y muchas de las propuestas trascienden su mandato. A 78 días del cambio, lo mejor que podría hacer es ayudar para una transición de terciopelo. 

Hay cosas incomprensibles por la forma en que se hacen: la extinción del Fidesseg en conflicto con amplios sectores de ayuda filantrópica del estado y empresarios; el planteamiento gris de la entrega de la carretera más rentable que ha tenido Guanajuato en el pequeño tramo de Silao a Marfil o el proyecto de un foro de miles de millones de pesos en León. Todo con una urgencia que nunca se tuvo antes.

Cierto que el deber y el cumplimiento termina hasta el 25 de septiembre a las 12 de la noche, cierto que nadie más puede ni debe mandar sino Diego, hasta esa hora. También es cierto que sus decisiones de hoy pueden ayudar o afectar el arranque de Libia. El famoso dicho de “Después de mi, el diluvio”, no funciona cuando la gobernadora electa es del mismo partido y fue electa, en primera instancia, por el propio gobernador. 

Lo ideal es que las decisiones que afectarán al estado —para bien o para mal— después del 25 de septiembre, sean consensuadas y negociadas. Se ve muy mal que de repente el estado se desprenda de un buen negocio para hacer otro cuando hay muchas opciones. Incluso se presta para pensar que hay cosas escondidas por la premura.  

Cuando las cosas se hicieron sin ton ni son como el proyecto del tren interurbano, la fallida refinería de Salamanca o la Expo Bicentenario, hubo un desperdicio enorme de recursos. Al menos 7 mil millones de pesos a valor del 2024. Preguntas al margen: 
¿Si la carretera Silao-Marfil es tan buen negocio que deja al menos 210 millones de flujo al año, no podría servir de puntal para que el propio Estado sea el concesionario de la nueva carretera Guanajuato-San Miguel de Allende?, ¿por qué arreglarse con una sola empresa sin que haya planteamientos públicos de aforos, tiempos de construcción e impacto económico?

Finalmente, el gobierno concursó lo que serán sus nuevas oficinas que desahogará a la capital para recuperar su potencial turístico. Ese fue un gran avance y ayudará a la eficiencia y ahorro de recursos. La nueva administración tendrá que acelerar el paso para que los proyectos se den más rápido una vez que sean bien valorados. Guanajuato está sediento de inversión en infraestructura. Las oportunidades del nearshoring no vendrán solas. 

Pero, de regreso a los pocos días que quedan del sexenio, lo mejor que puede hacer Diego y su equipo es ir “soltando cuerda a Libia” para que sienta el timón del navío. Hay quienes dudan que ella tenga la independencia y el poder en sus manos el 26 de septiembre. Como dijera Carlos Salinas, “no se hagan bolas”, quien gobernará con todo el poder será Libia. 

Incluso si hubiese aceptado sugerencias o presuntas imposiciones de funcionarios, tiene la autoridad para cambiar de opinión al día siguiente de su toma de posesión. Podrá deberle la candidatura a Diego, pero no la gubernatura, esa la ganó en campaña. Esperemos una transición ejemplar. Guanajuato la merece. 

 

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