Justo hace seis años tuvimos la oportunidad de viajar a Singapur con el entonces gobernador electo Diego Sinhue Rodríguez y un grupo de colaboradores. Diego había comentado antes de la elección que le gustaría conocer la isla y su desarrollo. 

La intención se cumplió con magníficas lecciones de buen gobierno preparadas por una agencia independiente del gobierno de Singapur. La “Empresa de Cooperación de Singapur” (Singapore Cooperation Enterprise) dedicada a atender a países y organizaciones extranjeras que quieren llevar a sus instituciones las mejores prácticas de su gobierno. 

Como el éxito atrae atención, múltiples países y estudiosos de todo el orbe llegan a la isla para preguntar cómo seguir sus pasos. El gobierno creó la agencia que aprovecha la experiencia y capacidad de ex funcionarios para atender esa demanda. Cobran por el servicio personalizado pero no es caro si se siguen los consejos.

Singapur creció al 8% anual promedio durante cuatro décadas y se convirtió en un país del primer mundo en una generación. Fuimos a ver de primera mano la sorpresa misma que experimentan todos sus visitantes: seguridad plena; honestidad en el gobierno; funcionarios bien pagados y de conducta ejemplar; transparencia en las cuentas públicas, meritocracia y, claro, mano de hierro ante el tráfico de drogas, armas o dinero. Pero esa historia que es interminable no es el tema sino lo que sucedió después.
Diego comprendió que el futuro está en la mente de sus habitantes: educación, tecnología, inversión pública y privada, salud e infraestructura. La idea era modernizar la administración pública para cumplir con las expectativas de un estado que iría a contracorriente del modelo 4T. Lo más importante, sin embargo, era detener la violencia en el terruño. Con Miguel Márquez Márquez el deterioro había crecido al quintuplicarse los homicidios dolosos al pasar de 400 al año en tiempos de Juan Manuel Oliva, a más de 2200 en 2017.

Singapur tiene una gran virtud, cuenta con una de las policías más preparadas, motivadas y competentes de Asia. Un solo detalle pinta el interés por la seguridad: al 2023 contaban con más de 90 mil cámaras en la pequeña isla de 729 kilómetros cuadrados (70% del territorio del municipio de León). La meta son 200 mil. A los ciudadanos no les importa que los vean en todas partes mientras se sientan y estén seguros las 24 horas del día. 

Diego planeó un “golpe de timón” para cambiar el rumbo del fracaso que había sido el sexenio de Miguel Márquez en seguridad. Un reto formidable porque el huachicol, el tráfico de drogas y la extorsión atrajo a muchos competidores de esos mercados ilícitos. Una guerra entre cárteles cobró vidas como nunca en nuestra historia. Para muchos observadores y críticos del gobierno, había que cambiar a quienes llevaban muchos años en la prevención del delito y en la procuración de justicia, Alvar Cabeza de Vaca y Carlos Zamarripa. El presidente López Obrador fue el más duro crítico aunque buena parte del problema fue la política de seguridad nacional de “abrazos y no balazos”. 

Hoy, la cifra terrible de 10 homicidios diarios, en promedio, se ha mantenido durante los últimos meses. En 2023 el INEGI reporta más de 3 mil 700 homicidios en Guanajuato. Daniel Seah, representante de la SCE, no quiso entrar en temas de seguridad porque lo suyo era el desarrollo económico. Guanajuato tendría  que buscar en otro lugar recomendaciones para recuperar su paz. 

 

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