León, Guanajuato.– Es difícil imaginar ir al cine sin comprar unas palomitas, dulces u otra botana y la ciencia tiene mucho que decir sobre esto, publica Business Insider.
No encaja -ni tampoco parece que se antoja- comer algún platillo, apunta. Anota que hay factores históricos y psicológicos que determinan esto.
Refiere que comer palomitas en el cine es una tradición que se remonta a principios del siglo XX con la Gran Depresión, la profunda crisis económica a nivel internacional originada en 1929 en Estados Unidos.
El maíz era un alimento barato y fue adquiriendo mucha popularidad en las salas de cine hasta convertirse prácticamente en una tradición.
La luz del cine también juega un papel importante.
Sarah Lefebvre, profesora asociada de marketing en la Universidad Estatal Murray explica que “cuando bajamos la iluminación, estamos más relajados, lo que generalmente aumenta la satisfacción general con una experiencia”, como comer palomitas.
Así, la baja iluminación en el cine hace que la selección de comida sean palomitas, dulces o nachos, porque requieren menos atención.
Por otro lado, el ver una película en el cine hace que la gente coma más porque está concentrada en la pantalla y no piensa en la cantidad que está ingiriendo.
Lefebrve dice que, en base a un estudio que hizo, los alimentos, sean dulces o salados, saben mejor con poca luz que cuando hay iluminación.
La temperatura también afecta; esto es algo también analizado. Lefebrve añade que el frío hace que se coma más, en especial si llegamos a temblar. Esto hace que se quemen reservas de energía y el cerebro pida más calorías.
Las salas de cine suelen estar con bajas temperaturas durante las funciones.
SM