Digo, suena fácil, porque todos debemos contribuir en las cosas del hogar, la limpieza y demás, así que “niños tiendan la cama” y ahí estoy yo, esperando el resultado, es algo en lo que han participado desde hace mucho, a su manera y a su forma, pero apenas caí en cuenta de algo, el bribón pequeño no aguanta la cobija, así que al colocarla se desespera y queda…digamos, no muy derechita, situación que hace que cuando la señora llega a revisar (yo) pues empiezo, “oye, aquí falto jalar más, acá quedo chueco” y entonces dice él, “mamá, el colchón esta pesado y la cosa esa – cobija – no la puedo aventar como tú”… así es, tiene razón,  y otra vez, me cayo el 20.

No me había puesto a pensar que, muchas veces, les pido cosas que no están tan fácil para ellos, que no están como para su tamaño, pero eso sí, las exijo como si estuvieran, a veces, ni siquiera quedan sencillas para mí.

Hay una herramienta que escuche alguna vez y que decía que para platicar con alguien menor a ti, cuando se habla con los hijos, pues es bueno ponerse a su nivel, físicamente hincarte tal vez, o ponerte en cuclillas, la cosa es, estar al mismo nivel en la mirada para que lo sientan más empático y desde arriba, la uso cuando ha sido necesario y la verdad es que me funciona bastante bien, pero estos días he pensado, que no sólo es este tema, también en cuando a no tratarlos como pequeños adultitos.

Claro que se molestan y por supuesto que reaccionan, finalmente se les piden cosas que no saben hacer, porque no se las explique, cosas que no pueden, como tender la cama tan exacta como les decía, la verdad es, que cuando tienden la cama, hacen lo que pueden, si no tienen prisa y no están haciendo algo que los distraiga, les queda muy bien, pero si andan escuchando, “¿ya terminaron? ¿Cómo van?’” pues claro que contestan, hoy entiendo que es como cuando estas en un trabajo, sale el jefe y te dice que hagas algo que jamás te explico, pero quiere que lo hagas como espera.

Ahora que estoy más en casa me doy cuenta, de cosas que pasaban o que tenía mecanizadas cuando no había necesidad de estar así, si la situación fuera en el trabajo, le pediría al jefe que fuera más específico, que acordáramos el entregable y le diría que puedo hacer y que no puedo, cosas que pasan en casa en dónde no me fijo si aquel bribón sabe de lo que hablo, al estilo de cuando escribí del fregadero y el niño desconocía de lo que hablaba.

¿seria más fácil si vinieran con manual integrado? O ¿sería más fácil que yo – la que si sabe leer y que supuestamente tengo más experiencia que ellos – parara un momento, analizara la situación y entonces explico bien de qué se trata?

Generando acuerdos, haciendo la vida un poco más armoniosa, porque si algo es verdad, en casa no hay problemas ni discusiones, solo desacuerdos, entonces, mejor hay que animarse y evitar los menos posibles, porque algo que me brinca de pronto es, ya estarán en edad de tomar decisiones importantes y actuaran conforme vean en casa y acá, negociamos, tienen voz y voto y así espero que sea donde se desenvuelven, entre menos libertades más ganas de salir como tapón de sidra.

ACLARACIÓN       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo

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