Alguna vez te has puesto a pensar qué es lo que ves en el espejo cuando te asomas, suponiendo que cuentes con uno en tu habitación, o también, ¿porqué no tienes uno? ¿Qué es lo que ves cuando te ajustas la ropa, cuando corriges tu cabello y cuando das un cuarto de giro intentando verte completa o completo en el reflejo?

Algunas otras veces nos detenemos sólo por un momento, tal vez sólo lo suficiente o lo necesario para echar un vistazo y estar de acuerdo con lo que vemos, no siempre lo logramos del todo, pero buscamos ver en el reflejo lo más cercano a lo que queremos mostrar de nosotros mismos, lo más estéticamente agradable y lo que nos gusta más de nosotros en el último recurso por lograrlo.

Tener un espejo en la habitación puede ser sinónimo de la búsqueda de tu identidad, el refuerzo material de lo que quieres ser o de lo que quieres ver de ti, por otra parte, no tenerlo en la habitación podría mostrar las prioridades de tu persona o también denotar la seguridad o no en ti mismo o misma, ¿qué opción de estas dos aplica para ti?, no, no me contestes, sólo trata de pensar en cuánto tiempo necesitas al espejo cada vez que lo haces y sigue leyendo.

Un espejo en la habitación, que es tu refugio antes de salir a exponerte al mundo, sin duda es la herramienta que te ayuda a construir tu exterior, tu aspecto “correcto” o mejor dicho, “correctamente estético” para lo que sea necesario cada día.

Es interesante reflexionar cuántas veces lo hacemos al día, vernos en el reflejo, sí, en ello, en un reflejo de nosotros mismos, que no es más que una réplica intangible de lo que somos, una replica del exterior, pues la mayor parte del tiempo sólo miramos el exterior, cómo nos vemos y no quiénes, o lo que somos, para eso se necesita que alguien más, menos ajeno a ti y con una intención sana, sostenga ese espejo por ti para que puedas interactuar con lo intangible que ves allí, para que esa imagen pueda tener voz y haceros una replica más completa y sana de quién creo que soy y lo que veo, una extensión de ese espejo que nos ayude a observar sin prisas nuestro interior, tratando de comprender que ese interior nuestro es el verdadero origen de lo que muestra nuestro aspecto exterior.

El no contar con un espejo en tu habitación por el contrario, también dice mucho de tu interés por cómo luce tu aspecto exterior, y más allá de ello, por tu cuidado de qué ves en realidad de ti en ese reflejo, no se trata de tener un espejo físicamente o no en la habitación, se trata de hacerte la propuesta de mirar en ese espejo físico y resaltar lo mejor de ti, mirar tu interior, hablarte de ello y compartirlo con quién pueda ser espejo de ti y sostenerlo interactuando contigo, como ya dije, de un modo sano para que cada día logres “la mejor versión de ti”.

Así que la próxima vez que te veas al espejo, tarta de mirarte a ti y reflexionar en ello por un momento, ese será el origen de lo que verás en el exterior.

ACLARACIÓN       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo

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