“Quisiera saber quién o qué cosa es Tongolele que tanto está alborotando a los mexicanos”. – – Papa Pío Xll

Hace 70 años la regiomontana calzada Madero tenía varios centros de espectáculos y uno de los lugares predilectos era el Teatro México ubicado entre Juárez y Guerrero. Desde el viernes primero de agosto hasta el viernes 15 de ese mes de 1952, ahí se presentaba con éxito Yolanda Yvonne Montes Farrington, mejor conocida como “Tongolele”, con sus bongoseros, en dos funciones diarias.

A tres cuadras al oriente de ese teatro, estaba el cine Florida que estrenaba el día de su debut “Chucho el Remendado”, destacando en el cartel publicitario la caricatura de Tongolele de cuerpo entero en bikini, obra del genial Chango García Cabral.

El fenómeno Tongolele (ella misma se puso ese mote, que no sabía su significado) comenzó en México en 1947. El padre de ella era sueco español y su madre anglo francesa, con herencia genética tahitiana. Fue en el teatro de revista capitalino Tívoli donde se dio a conocer como la bailarina que escandalizaba a la iglesia por sus ritmos “exóticos”.

Además, era una niña de 15 años (cosa que pongo en duda) que se atrevía a usar el prohibido bikini (apenas un año antes el francés Louis Raed lo había inventado). A diferencia de las pecadoras rumberas, esta morena de ojos verdes y dueña de un cuerpazo, enseñaba el ombligo y bailaba frenéticamente descalza, dejando a los hombres sin respiración. “¡Qué atrevimiento de escuincla!!”, decían los moralistas.

A pesar de estar negada rotundamente para la actuación, el cine mexicano no podía dejar escapar el fenómeno “Tongolele” y en ese año de su debut en la ciudad de México, filmó “Han matado a Tongolele”.

Antes que ella, la muy bella Celia Montalván había revolucionado toda la historia del teatro de revista al bailar y cantar con poca ropa el fox trot “Mi querido capitán” de Guz Águila y José Alfonso Palacios, causando un gran escándalo a la liga de la decencia en 1922.

ACLARACIÓN       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo 

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