Desde las manifestaciones feministas ocurridas en 2018 y hasta la fecha es común ver en las protestas pintas a monumentos, y aunque muchos tachan esta acción como vandalismo dado que “atenta” contra el patrimonio nacional, la realidad no podría ser más contraria a esta expresión coloquial.
Iconoclasia
La iconoclasia aborda la historia y psicología de la violencia contra las imágenes o íconos valorados por la sociedad. Al inicio, esta expresión que en griego significa ruptura de imágenes era empleada, durante el siglo Vlll, como un movimiento que destruía las esculturas e imágenes religiosas; sin embargo, con el paso del tiempo estas acciones fueron empleadas también bajo efectos de rechazo político o de interés colectivo.
De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), se calificaba como iconoclasta a aquel que, en el siglo VIII, formaba parte de un movimiento que rechazaba las imágenes sagradas, destruyéndolas, persiguiendo su culto y atacando a las personas que las veneraban. Por extensión, un iconoclasta es quien no reconoce la autoridad de normas, guías o maestros.
Fue el emperador bizantino León III quien impulsó la iconoclasia en el siglo VIII. A través de diversas leyes, fomentó la llamada revolución iconoclasta para acabar con el culto a las imágenes y así lograr lo que él entendía como una mejora en la moral pública. Sin embargo, esta decisión le provocó enfrentamientos con distintos papas y motivó revueltas populares.
En los últimos diez años, los conflictos políticos se han librado en buena parte como una guerra de imágenes expansiva, en la que las redes sociales han sido protagonistas de la circulación, la difusión y los intentos de censura más diversos. La destrucción de las estatuas de los Budas de Bamiyán (2001), los videos del Isis, las fotos de las torturas en Abu Ghraib (2004), el derribamiento de estatuas en Europa del Este o las caricaturas de Charlie Hebdo son sólo unas pocas muestras de que el poder de las imágenes no es un tema del pasado. Desde Bizancio en adelante, los argumentos teológicos en contra y a favor de la imagen acentúan algunos elementos sobre el resto. La Reforma protestante, por ejemplo, se focalizó en temas como la eucaristía y en ciertas figuras, como las de los santos y otros objetos como las reliquias. Con el objetivo de demostrar su impotencia, las imágenes no fueron destruidas de inmediato sino inicialmente profanadas y degradadas. Las conductas y respuestas más diversas hacia las imágenes, lejos de desaparecer, parecen aumentar con la llegada de los nuevos medios digitales.
En la lucha feminista, uno de los primeros obstáculos con los que se encuentran quienes comienzan a adentrarse en las cuestiones de género para comprender los movimientos sociales de la actualidad es la epistemología feminista. Esta serie de conceptos con gran peso teórico puede llegar a ser una fuente de confusión, por lo que es importante tener en cuenta el origen histórico y social de lo que se habla. Si bien la definición de estos términos es subjetiva, son necesarios para nombrar aspectos de la realidad desde un punto de vista que, al tomar en cuenta los derechos y necesidades de la mujer, reivindique su papel en la sociedad.
Cabe recordar que de principio, la iconoclasia no era la manera en como iniciaron las manifestaciones en México, se intentaron las manifestaciones silenciosas, luego expresiones artísticas como “Bailo por las que ya no están”; sin embargo las personas lo tomaron a burla, igual que el cántico “El violador eres tú”, mismo que recibió diversas parodias.
La propagación del feminismo en América Latina corresponde a la urgencia de protección por parte del Estado. Las manifestaciones feministas en las que se daña la propiedad privada han sido catalogadas como actos violentos, sin embargo, el pensamiento crítico detrás de ellos tiene sus fundamentos en el feminismo radical y socialista; se vandalizan las sucursales de las grandes corporaciones capitalistas que mercantilizan al ser humano y a la naturaleza, se pintan los monumentos porque son bienes culturales del Estado que dejan de representar valores democráticos cuando la voz de la mitad de la población es silenciada.
A lo anterior se le conoce como iconoclasia, es decir, la destrucción de símbolos o monumentos con fines políticos o religiosos. Las protestas feministas son una forma de expresión válida ante la cruda realidad de gobiernos que ponen en tela de juicio diariamente los testimonios de miles de mujeres y niñas. Sin embargo, es importante recordar que no se debe asociar al feminismo con el desprecio al sexo masculino (misandria), lo que se busca abolir las prácticas machistas que fomenta el sistema patriarcal.
El feminismo es un portavoz para las mujeres; busca que las mujeres obtengan la capacidad de decidir, desde cuestiones tan elementales como la libre elección de vestimenta sin temor al acoso hasta la del poder de decisión sobre la maternidad. De igual manera, la sororidad como uno de sus principios se orienta a la unión y la inclusión; es una invitación abierta a la alianza entre mujeres para luchar por una América Latina libre de violencia de género. Sin duda, el movimiento que busca “incendiarlo todo”.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo