Una jueza de amparo de la Ciudad de México ordenó reimplementar el programa de escuelas de tiempo completo que canceló Andrés Manuel López Obrador con el argumento de que sería mejor idea entregar apoyos económicos en forma directa a las personas que requerían la oportunidad de tener a sus hijas e hijos por más tiempo en la escuela y con la garantía de alimentación.
Se sabe que al presidente le gusta más entregar los apoyos en mano, quesque para evitar la corrupción de intermediarios que, en efecto, contaban con las más elaboradas mañanas (o ya de plano eran descarados) para encajar el diente a los recursos de programas sociales.
Pero la cancelación de las escuelas de tiempo completo le dio en la torre a las personas que, según el repetido discurso presidencial, son prioritarias: los pobres. Especialmente mujeres padecieron la desaparición de la modalidad en tiempo completo de los planteles, pues tuvieron que buscar qué hacer con sus hijos e hijas por las tardes, cuando ellas seguramente todavía tenían que trabajar.
Este caso es uno de varios en los que la lógica presidencial ha perjudicado más a los sectores que supuestamente quiere favorecer.
Para referencias recientes tenemos la insistencia presidencial de mantener la prisión preventiva oficiosa, en la que también con el argumento anticorrupción el presidente quiere encarcelar sin juicio a sospechosos de algunos delitos. Pero como siempre ocurre, son las personas con menos recursos las que más padecen con esas medidas al carecer de las oportunidades de librar la medida cautelar.
De igual forma, la reciente militarización de la Guardia Nacional amenaza con afectar mayormente a las personas más vulnerables, pues históricamente las fuerzas armadas no han destacado por respetar derechos humanos y son quienes tienen menos recursos los que padecen principalmente los abusos de fuerzas de seguridad, ya sean policiales o militares.
Entre aquello que considero un buen cambio con la administración de López Obrador está la intención (genuina o solamente discursiva) de priorizar los sectores que han sido siempre perjudicados o relegados en el mejor de los casos de los proyectos gubernamentales. Empero parece que las intenciones son insuficientes ante las decisiones que, en los hechos perjudican más de lo que ayudan, al menos en la inmediatez.
No obstante, el presidente prefiere taparse los oídos ante las críticas y repetir hasta que ya no las escuche: “primero los pobres”.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo