Si queremos que nuestra palabra valga, tenemos que darle valor y hacer que cuente.
Si nosotros decimos algo… ¡ Qué así sea !
Hoy en día la palabra ha dejado de importarnos, nos da lo mismo, cumplirla o no, en el ámbito político, es lo que menos cuenta, la palabra debe de dejar de ser un sustantivo y convertirla en una acción.
¡ Qué orgullo da saber que la persona con quien estás hablando no es mentirosa ! ¡ Qué privilegio es saber que lo que te está diciendo es cierto y que no tienes que hacer que jure, te prometa, etc, etc.
¿Queremos ser así ?
¡Tenemos que dar validez a lo que sale de nuestra boca ! ¡ A todo !
Es cierto que el hombre propone y Dios dispone, y que en ocasiones sale de nuestras manos poder cumplir nuestras promesas.
Por eso debemos siempre decir una palabra clave ( sin promesa ) ya que realmente nunca estamos seguros de poder cumplir lo que vamos a decir.
No digamos: “ te veo en la fiesta “ allá te veo sin falta” ( sabiendo que no tenemos la intención de ir )
“ si te portas bien te compro un helado” ( se porta bien y pasa el tiempo; ¿ y el helado ? ¡ nada ! )
¡ Eso resta validez a la palabra ! si te preocupas y ocupas porque tu palabra valga al 100%, Dios de igual forma va a preocuparse de que, cuando salgan bendiciones de tu boca, se cumplan y esas palabras valgan.
cuántas veces decimos, estás en mis oraciones y nunca rezamos …
No es algo fácil, pero poco a poco, con práctica y ganas, te acostumbrarás a pensar antes lo que vas a decir, y así no faltar a tu palabra.
Uno de los problemas a los que se enfrenta la palabra, es la emoción, muchas veces tratamos, acordamos, pactamos o nos comprometemos, sin medir nuestra capacidad de cumplimiento. Si nos invitan a un evento y es a una distancia muy larga, obvio que no iremos, y sin embargo ya dimos la palabra de ir.
Lo mismo pasa en la ayuda o apoyo, prometemos sin saber si nuestros recursos no lo permiten, si tendremos la capacidad de cumplir nuestra palabra.
En época de nuestros abuelos, honraban su palabra, la mayoría de las veces hacían tratos y destratos solo a la palabra. Y si habían dicho que sí era sí.
En los políticos es muy fácil deshonrar su palabra porque se ha hecho una forma de vida, el prometer, ofrecer y no cumplir su palabra, saben que al final no pasa nada.
En las bodas también se deshonra la palabra, porque el juramento dice: “ Hasta que la muerte nos separe” no pasa nada si deshonramos la palabra.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo