La conocíamos como la Kalimana, se llamaba Reyna, dicen que vino a Tulancingo de algún lugar desconocido. Vivía casi siempre en 1 de mayo esquina con 21 de marzo y otras veces en la calle de Hidalgo frente a la muebleria Modelo. La leyenda dice que llegó de algún lado con un atuendo lujoso que fue perdiendo brillo con los años. Vivía de recibir limosna, mas no pedía. Era un personaje emblemático de Tulancingo, tenía mucha fuerza de carácter, al parecer padecía de sus facultades mentales. Varios tulancinguenses la recuerdan como una señora, siempre envuelta en rebozos y telas por todo el cuerpo juntando leña, papeles, cartones y los llevaba a un rincón sin techo donde dormía. Y al pasar los niños le gritaban a lo lejos: “Kalimana” y salía corriendo, hecha una furia tras ellos y a correr, porque si te alcanzaba te golpeaba.
Hay gente que la recuerda caminando con el sacerdote Julio Torri por las calles del centro de Tulancingo. Ella misma llegó a contar que vestía de rojo porque alguien le había hecho brujería y así se protegía.
Quizá gracias a esa peculiar tela en su cabeza, le pusieron el sobrenombre de la kalimana, ya que en esos años habia una historieta que salía en una revista, llamado Kaliman el hombre increible. Otra particularidad de su persona era su inseparable cigarro y su palo para defenderse.
En ocasiones, la policia municipal intentó “desalojarla”, pero nunca pudo…también por eso le apodaron la Kalimana precisamente por su manera de defenderse, pero, como sucede siempre en las leyendas, la verdad va mezclándose con la ficción.
En Tulancingo la recordamos a través de la historia oral. También hay un bar, un grupo musical en los 90’s, canciones, dibujos, cuentos que llevan su nombre.
Gracias por la imagen a César Blancas Ramírez.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo