Desde el Cerro del Tezontle se puede observar la belleza del Valle de Tulancingo. El cerro del tezontle es un referente geográfico en nuestra ciudad.  Ya desde el periodo prehispánico sus faldas estaban habitadas. En el periodo colonial, las personas de los pueblos originarios fueron orilladas a residir en empinadas calles que ellos mismos empedraron. En la época de la independencia, Osorno y Bravo atacaron a la ciudad desde la cima del cerro del Tezontle, por entonces deshabitada y  sin el gran socavón que conocemos actualmente. Lo mismo sucedió durante la Revolución, debido a la importancia estratégica de este lugar.
El socavón que tiene el cerro fue producto de la explotación del tezontle que se dio desde la época prehispánica. Dicho tezontle se usó desde entonces tanto para recubrir edificios, como para hacer los pisos de entonces. Durante la Colonia se usó para construir casas y edificios tales como nuestra hermosa Catedral, incluso en el cerro hay casas excavadas en el mismo tezontle que hasta la fecha se conservan. También se usó para la construcción de la carretera México-Tuxpan. El característico color rojo de los edificios de nuestra ciudad es porque están hechos con el tezontle del cerro sobre el que vivimos.
 El socavón albergó a la feria de Tulancingo en 1962 para celebrar el primer centenario de la Diócesis de Tulancingo y desde la década de los 90´s al tulantianguis.
Pero ese socavón dificulta la comunicación entre el valle y la cima. Por eso, a principios del siglo XX, el Sr. Manuel Méndez Morato  donó el paso entre la calle de Hidalgo y la prolongación de Aldama, para que los tulancinguenses pudieran subir de manera más rápida a los barrios altos de la ciudad. Lo donó y además hizo escalones con el mismo tezontle. Don Manuel, nacido en 1867 fue un tulancinguense industrioso que se dedicó a hacer zapatos y a su carnicería en el mercado municipal.
En las décadas de los 80s y 90s ese callejón y sus alrededores fueron asolados por bandas como “los locos del tanque*,” Los nahuales de la Francisco I. Madero, la “banda del gato negro” , “los talegos” , “los traviesos”, “los vampiros”, etc. Esas pandillas comenzaron a hacer de esos espacios,  lugares inseguros. Aun así, los tulancinguenses sentimos un afecto especial por ese lugar, tan es así que como sobrenombre le hemos puesto: Las escaleritas del cerro del tezontle, poniéndole un sufijo en diminutivo, lo que implica nuestro cariño implícito.
En 1993 se remozaron las escaleras dándoles su aspecto actual. Y es en 2022 cuando MUTU junto con la Administración municipal encabezada por el Lic. Jorge Márquez Alvarado y otros patrocinadores involucrados, decidieron incluir a este callejón tan querido por los tulancinguenses como un espacio renovado, lleno de luz y embellecido por murales alusivos a la cultura mexicana. Como detalle, la figura de la serpiente emplumada, desciende por las escalinatas, dándole a Quetzalcóatl, personaje mítico que habitó Tulancingo por 4 años, un lugar preponderante.
 MUTU está conformado por  talentosos e inquietos jóvenes de Tulancingo que han pintado más de 50 murales y obras de arte urbano. Con 22 murales terminados solo en el callejón Méndez Morato,  la idea es continuar este derroche de arte hasta el zoológico municipal y ofrecer así una alternativa al turismo al mismo tiempo que se trabaja en la apropiación de espacios públicos y se fomenta el sentido de identidad de los vecinos.

ACLARACIÓN       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo

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