La Navidad (Nativitas, nacimiento) es la festividad religiosa entre los cristianos para celebrar el nacimiento de Jesús o Jesucristo. Se realiza el 25 de diciembre y precede a la Nochebuena. En la práctica, no solo es el día del nacimiento de Jesús, sino que abarca hasta el día de Reyes.
Usualmente, el establecimiento de esta fecha obedeció a la razón de responder a la necesidad de la Iglesia de sustituir la fiesta de los Saturnales o Saturnalia. Estas fiestas eran en honor a Saturno, dios de la agricultura y la cosecha en la mitología romana, que celebraba el Imperio Romano y que coincidía con el solsticio de invierno. El propósito fue la aceptación del cristianismo entre los paganos (adoradores de dioses falsos, para el cristianismo, judaísmo e islam).
Los primeros eventos de la cristiandad motivaron la réplica de un “nacimiento”, escenificando aquel en el que nació el Niño Jesús. Se acepta entre la Iglesia Católica que el primer nacimiento lo hizo San Francisco de Asís, en el año 1223 en la ermita de Greccio, Italia y fue una escenificación en vivo. A partir de ahí, año con año se hizo la costumbre utilizando figuras de barro y fue Nápoles la primera ciudad que lo hizo en el siglo XV. Esa costumbre se hizo tradición y se esparció en todo el mundo. San Francisco de Asís, consideró, para tal efecto, el evangelio de San Lucas (2, 1-7). Fue su intención, según Tomás de Celano, “rendir honor a la sencillez, se exaltó la pobreza y se alabó la humildad”.
María, madre del recién nacido, se la pasó en la cocina haciendo los deliciosos manjares para la cena en compañía de los invitados, menos, recibió ayuda para tan noble objetivo.
El nacimiento de Jesús, de acuerdo al relato bíblico, fue en condiciones, muy limitadas, que tuvo como compañía a la Virgen María, San José, una mula, un buey, más tarde los tres Reyes Magos, y todo esto en un espacio dedicado al alimento de los animales, es decir, un pesebre. No hubo espacio en el mesón.
De las insignias infaltables en el nacimiento son la vela y la estrella de Belén. La vela y su iluminación representa a Jesús, que es considerado “La Luz del mundo”. Y la estrella, que significa la guía para encontrar al niño Jesús.
Se considera que todos los seres humanos somos iguales y valiosos, pues estamos hechos a imagen de Dios.
La primacía o importancia del ser, sobre el tener. Actualmente al ser humano se le está olvidando, ser humano. Carlos Marx lo efinió muy bien: “el fetichismo de la mercancía”.
La fe cristiana, como otras religiones más, tratan de jugar un papel de amortiguador social, de mejorar una cultura del respeto y cumplimiento de las buenas costumbres, como ser sinceros, hablar con la verdad, no mentir ni engañar, y, al contrario, ser tolerante, prudente, respetuoso, practicar la virtud, en sí, procurar por medio de las buenas costumbres, ser un buen padre, un buen hijo, un buen hermano y un mejor ciudadano.
No obstante, el mayor reto de las religiones es, la incongruencia, en declararse filial de una religión y no cumplir adecuadamente sus principios.
Si los cristianos de los primeros años, no hubiesen actuado con valor, convencimiento y en especial con la fe en los valores de Cristo, no existiría la influencia civilizadora y sensible del cristianismo en la humanidad.
Respeto con atención a quienes son ateos o gnósticos, sin embargo, también en esa condición, pudiéramos estar de acuerdo, en que, mentir, robar, engañar, asesinar, ser libertino, hipócritas, cínicos, egoístas, o antisociales, son situaciones que no dignifican o hacen más respetables a los seres humanos.
Con lo anterior, deseo que todos vivan una Navidad, llena de reflexión y de buenas costumbres, pues si toman su fe con responsabilidad y compromiso, otro será nuestro entorno. Feliz Navidad.
Por cierto. La navidad que no encuentre en su corazón, no la va a encontrar en los regalos bajo el árbol navideño. Hasta la próxima.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo